Política

Carta a las feministas

Queridas amigas: Soy una con ustedes. Les debo tanto. Le regalaron paz a mi alma al poner nombre a todas las injusticias que me frustraban desde niña. Al confirmar las sospechas que siempre tuve de que algo andaba mal: que el sometimiento por el solo hecho del género no era aceptable. Al hacerme saber que no estaba sola al renegar por las cargas, límites y rutas que me imponía mi condición de mujer.

Tocamos juntas todas las puertas y las que no se abrieron las tumbamos a empujones para hacer la revolución más reciente que ha vivido nuestro país y que se llama paridad. A todas se nos llenaron los ojos de lágrimas cuando la vimos plasmada en la Constitución.

A todas se nos ha secado la boca argumentando una y mil veces que la paridad llegó para quedarse, que no, no nos parece que estemos exagerando, que sí, que somos la mitad de la población y merecemos la mitad de los cargos.

Por eso las traigo hoy a mirar con otros ojos lo que acaba de ocurrir. Las jalo como la niña que lleva a su madre a presenciar el milagro de la luna reflejándose en el lago, que, aunque parezca nada, es un logro formidable.

Estoy feliz de que una mujer haya llegado a la Presidencia de la República, y llámenme necia, pero quiero que estén felices conmigo.

Bien sé, lo hemos padecido juntas, que la llegada de una mujer a un cargo de elección popular no es garantía del avance de la agenda feminista. Y que tratándose de Claudia Sheinbaum queda por ver si tendrá una perspectiva de género en su toma de decisiones. Pero, amigas queridas, una mujer en la Presidencia es feminista, aun si fuera a su pesar.

Su llegada es histórica no porque sea la primera en 200 años de vida independiente, sino porque llega sobreponiéndose a obstáculos seculares que han tratado de mantener a las mujeres fuera de la vida pública de México. Así que con ella llegamos todas. A partir de este domingo, al chato paisaje de la política nacional le ha brotado una montaña. Una montaña que las de más edad vemos con el asombro de lo inesperado, pero que será la panorámica cotidiana de cada niña de este país y la visión de esa montaña conjurará para siempre la idea de que ser Presidenta de México no es cosa de mujeres.


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Miriam Hinojosa Dieck
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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