El arranque del Aeropuerto Felipe Ángeles está lleno de simbolismos… simboliza primero que nada que su primera decisión ejecutiva se cumplió a pie juntillas, y que el poder que tiene al frente del Ejecutivo federal es incuestionable, pues ayer las voces discordantes con el proyecto fueron mínimas, se habló en general de una buena obra, hecha en tiempo y forma, destacando la labor del Ejército en su ejecución.
Simboliza también la ruptura con la tecnocracia, con aquel grupo que dominaba plenamente la escena política de la década de los 90 y que intentó regresar en el sexenio de Enrique Peña Nieto, el grupo Atlacomulco, que veía en Texcoco la realización de su poderío quedó desplazado de un empujón y lo dejó muy en claro la posición de ayer asumida por el gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo.
También deja claro que el poder es para ejercerse y que quien gobierna el país lleva consigo una carga enorme de influencia, capaz de mover las estructuras políticas y económicas más tradicionales, casi ninguno de los miles de invitados se rehusó a acudir a la fiesta convocada por el Ejecutivo, igual gobernadores de Morena que del PAN, igual los hombres más ricos del país, igual los ciudadanos comunes que acudieron a usar el aeropuerto el primer día ahí estuvieron.
Es un reflejo también de la fuerza que ha tomado el Ejército Mexicano, a quien no solo se le ha conferido la seguridad nacional, también se ha mantenido en las tareas de seguridad pública, y hoy en un hecho sin precedente asume las obras de infraestructura más importantes para el país, pues ya desarrollaba sus propios proyectos de obra al interior pero nada o muy poco al servicio de la población civil. Habla además como nunca de un Presidente que ha conferido al Ejército un valor que tal vez desde la Revolución Mexicana no le daba.
Así vemos hoy un Poder Ejecutivo que ha tomado el control unipersonal de las cosas, en donde en la soledad de la silla se ejecutan decisiones que, sin duda, marcarán para siempre al país, no cabe duda que López Obrador ya está haciendo historia, solo por la forma sui géneris de gobernar.
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