A 13 años de iniciada la guerra contra el narcotráfico, una de las principales discusiones en torno al modelo de seguridad fallido es el tipo de instituciones de seguridad ciudadana que queremos construir, esa misma discusión es utilizada por las autoridades federales para justificar la utilización de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública, argumentando que en entidades donde la policía civil es prácticamente nula, la Sedena y la Semar deben tomar el control, prueba de ello, dicen, es que Ciudad de México no ha tenido la necesidad de que las fuerzas federales tomen el control en razón de que la capital tiene a una de las mejores policías del país, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador ha referido que la policía capitalina tiene más elementos ciudadanos que lo que solicita la ONU.
El hecho de que la policía de CdMx sea una de las mejores del país no quiere decir que sea la institución que mejor cuida a sus policías. Aprovechando la publicación del informe de Causa en Común que refiere la desprotección, mal pago y riesgo de las policías en el país, creo pertinente hablar de los datos que he recopilado en los últimos meses al platicar con policías de CdMx sobre sus condiciones laborales, no solo en términos de prestaciones o salarios, sino de su día a día. Las historias han sido sorprendentes, a continuación, enlisto algunas de ellas.
La organización por sectores en CdMx ha ocasionado que unos cuantos policías, que llevan muchos años en la institución, puedan decidir arbitrariamente el destino diario de los elementos a su cargo. Los policías con he platicado refieren arrestos y cambios de adscripción injustificados, retiros de turnos, también que en ocasiones no les permiten firmar las fatigas de servicio dentro del horario de entrada en tiempo y forma argumentándoles que hay sobrecupo, pero que se han percatado de que firman policías aviadores cercanos al jefe de sector, a algunos los obligan a doblar turnos hasta de 72 horas, uno de los aspectos más preocupantes es el cobro de los jefes de sector por asignar servicios o ubicaciones “relax”. Incluso refirieren acoso sexual y laboral si no acceden a las peticiones de los mandos. Otros elementos narran la experiencia que han tenido al cubrir eventos masivos a altas horas de la madrugada, los envían sin equipo necesario y al término de los eventos no tienen cómo regresar de forma segura a sus casas, y al momento de cobrar el servicio extra que prestaron en esos eventos les responden que hay problemas de nómina. La salud es otro problema, a pesar de contar con un respaldo médico que a veces impide que realicen sus actividades se les envía a cubrir servicios de alto riesgo. El uso de patrullas es un privilegio pues a cambio de una cuota, una pareja de policías podrá realizar sus funciones en una unidad de policía, pero si la unidad se descompone, la reparación va por cuenta de los elementos. La falta de uniformes adecuados y de equipamiento para responder a una emergencia es otro asunto en abandono.
Las historias de los policías con los que he podido platicar coinciden con el diagnóstico preocupante que dio a conocer Causa en Común. Continuaré en la próxima entrega de esta columna.
@maiteazuela