Torreón está experimentando un caos vial como el que viven las grandes ciudades.
Y es que anteriormente se decía que en ocho, 10 o en hasta 15 minutos se podía llegar al trabajo o a cualquier sitio, ya que las vialidades así lo permitían, había fluidez y además la cantidad de vehículos era mucho menor.
Ahora, es para muchos una locura, ya que si se tiene que salir por las mañanas a dejar a los estudiantes a sus instituciones educativas, hay que hacerlo con muchos minutos de anticipación, ya que de lo contrario corren el riesgo de que les cierren las puertas en las escuelas.
Para ir al trabajo, normalmente se tomaba un tiempo determinado, pero ahora es muy diferente, ya que son demasiados vehículos los que andan en circulación, por lo que por donde quiera se presentan constantemente embotellamientos.
Pero a esto hay que agregarle la obra que se está llevando a cabo en el bulevar Independencia y calzada Abastos, ya que esta ha sido la cereza en el pastel al provocar un caos en el trayecto hacia el Tajito, a Diagonal Reforma, a continuar por el Independencia al poniente o bien, hacia el periférico.
Antes los automovilistas llenaban los cruceros en las horas pico, pero ahora, a cualquier hora hay que esperar dos, tres o hasta cuatro cambios de luz en los semáforos para avanzar.
Las autoridades no han tenido buenas decisiones con las obras como la del cruce de calzada Abastos y Diagonal Reforma.
Ahí hicieron modificaciones a un costado de un mall, mientras que sobre Diagonal hicieron lo mismo y en lugar de darle mayor fluidez, lo que provocaron fueron taponamientos.
No se sabe de quién han sido estas genialidades, pero de algo se puede estar seguro es que las mismas han provocado un grave problema para los conductores, quienes tienen que soportar estar metidos en embotellamientos, además, de tener que hacer mucho tiempo hacia sus lugares de destino.
Pero lo peor de todo es que la obra del bulevar Independencia y calzada Abastos parece que no fue planeada, ya que ni con todo el departamento de Vialidad pueden evitar el caos y la desesperación de los automovilistas.
Walter.juarez@milenio.com