El Papa está en contra, ¿pero?
Yo recuerdo que en la práctica de mi especialidad médica me encontré con pacientes muy graves y también incurables. Mi formación médica y religiosa me impidió entender la libertad de los pacientes, ante el dolor, para escoger su muerte. Por eso jamás practiqué la eutanasia.
Sin embargo, otros países han reconocido que los enfermos incurables, sobre todo los que sufren dolor, tienen el derecho de escoger el momento de su muerte, justificado esto por la incurabilidad de la enfermedad y el sufrimiento inaguantable que padecen.
El tema es muy complejo, pero en nuestro país muchas personas acuden con los notarios públicos y dejan asentada su opinión para que las esposas, en caso de tener alguna enfermedad paralizante o maligna, permitan a los médicos dejar de atenderlos. Eso se llama dejar morir. Todavía estamos lejos de lo que sucede en los países nórdicos, donde se acelera la muerte para evitar el dolor.
Descartes: Pienso, luego existo… Creo que el actual Papa revolucionario, que admiro mucho, tiene que meditar ese tema en base a la nueva ciencia del dolor que, seguramente, él no estudió en su sacerdocio.