Cultura

Tontos y malos

  • Malos modos
  • Tontos y malos
  • Julio Patán

Es probable que el equívoco sea imputable al cine y la tv, que han saturado el imaginario de seres malignos, brillantes y encantadores, todo a un tiempo. Seres que nos han convencido de que la maldad y la inteligencia van unidas sin remedio. Piensen, para empezar, en Lex Luthor, el enemigo de Superman. La idea es irreprochable. Si inventas a un superhéroe así de ñoño, contrapuntéalo con un villano retorcido, gracioso, genial. O piensen en los que vinieron después: Freddy Krueger con esa costumbre de asesinar niños y subrayar sus crímenes con humoradas en negro, o Hannibal Lecter, el caníbal seductor de Anthony Hopkins. Y sobre todo los que me interesan ahora, los grandes genios del crimen organizado y la política. Me refiero a los jefes del narco en la oleada reciente de series, a los retorcidos tribunos de Roma, por supuesto a Frank Underwood en House of Cards. Todos, implacables y corruptos, sí, pero dotados de una inteligencia prodigiosa, de un cálculo ajedrecístico para la grilla, para la conjura palaciega, sencillamente irresistible.

Digo que es un equívoco porque volteas al mundo real y en cambio los personajes del poder son de pena ajena, ejemplos vivos de que sí: se puede ser taimado, corrupto e idiota, también todo a un tiempo. Maduro plausiblemente logrará conservar el gobierno, pese a la presión internacional y las manifestaciones. ¿Alguien se atreve a otorgarle un mínimo de inteligencia, alguna sofisticación? ¿De veras lo ven como un Underwood sindical, un César Borgia working class? Otro tanto puede pensarse de Trump. Sabe que vomitar odio permite mantener una base de fieles, sí, y lo hace sin parar. Y sabe, como Maduro, que no es raro que el gorila abusivo del salón se salga con la suya. Pero ¿un ajedrecista del poder, un Richelieu en pantalones de golf, un Maquiavelo con corbatón? Y otro tanto pasa cada vez que detienen a un gran capo del narco, uno de esos “más buscados”. Esperamos ver a un hombre del pueblo lleno de sabiduría política callejera o ranchera, un hijo del esfuerzo que, todo instinto, aprendió a lidiar en los pasillos del poder al tiempo que percutía la .45 chapada en oro. Pues no. Sin falla, lo que aparece ante las cámaras es un bofe balbuceante, un cretino moral e intelectual que cuando se pone muy, pero muy sofisticado, le pasa una maleta de dólares a un presidente municipal en vez de darle un plomazo.

Malos y tontos.

Para que luego digan que la realidad supera a la ficción. No me convenció e interrumpí, pero, pensándolo bien, voy a acabar de ver la última de House of Cards.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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