Cultura

¿El porno ya no es lo que fue?

  • Malos modos
  • ¿El porno ya no es lo que fue?
  • Julio Patán

¿El porno fue siempre un negocio sórdido y nada más? Tal vez, tal vez, podamos decir que no del todo si nos remontamos a los momentos fundacionales de la industria, en los 70. Hay en cierto primer hardcore de distribución masiva algo de un fidedigno (aunque pedestre) espíritu trasgresor, de voluntad de liberación sexual, con esa calentura femenina casi creíble y ese humor entre cáustico y surrealista. Aun así, sabemos hoy que el súper hit de taquilla que fue Garganta profunda plausiblemente nació del abuso sexual y la violencia doméstica, y podemos recordar que a Artie Mitchel lo mató a tiros su hermano Jim, años después de enriquecerse con Detrás de la puerta verde. En los 80 el porno dejó de verse en el cine para verse en casa, en video y dvd, y explotó como negocio, un negocio en el que las estrellas eran mujeres que llegaron a cobrar fortunas. Pero la sordidez y la violencia ahí estaban. El 86, supimos que Traci Lords había hecho su carrera como menor de edad. El 94 se suicidó Savannah, adicta, deprimida, con 24 años.

¿Y ahora? Ahora entendemos poco o nada. El porno se explica en una palabra: Internet. Es la era de las plataformas que ofrecen contenidos gratuitos sin límites. Sin límites cuantitativos, pero no sólo cuantitativos. Circula un documental, Pornocracia, que estrenó este año Ovidie, ex actriz porno, hoy cineasta mainstream y periodista. Es una radiografía de la industria contemporánea, borrosa porque así es la industria pero esclarecedora. Luego de verla, hasta el más pornofílico va a canalizar sus pulsiones masturbatorias de otro modo. Las plataformas están concentradas, nos descubre Ovidie, en un gran monopolio muy de capitalismo salvaje actual: sin sede, sin dueños identificables, capaz de generar cientos de millones de dólares no sabemos cómo, porque los contenidos son gratuitos. Pero lo más descarnado, violento, es lo que se nos cuenta de la vida de las protagonistas. Se acabaron los contratos millonarios: queda un pellizquito para los productores e intérpretes. Sobre todo, la competencia feroz ha provocado una escalada en la que la superación de límites no parece tener fin: penetraciones anales múltiples, gang bangs con cientos de personas, rodajes maratónicos, y por lo tanto un dopaje generalizado en términos de analgésicos, dilatadores musculares, antisépticos… El horror, ya sin paliativos.

No, el porno no es lo que fue, y nunca fue una joya que digamos.

(No se molesten en hacer la investigación. Sí: hay escenas de Ovidie en Pornhub).

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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