En el 96, Mark Singer recibió una llamada de la editora de New Yorker, Tina Brown, con una indicación, más que una propuesta: “¡Trump! ¡Donald Trump! Acabo de desayunar con él: vas a escribir un perfil suyo”. Luego venía una expresión difícil de traducir al español en todo su poderío: “He’s totally full of shit”, que con cierta libertad puede leerse como “Es un mentiroso de mierda”. Y remataba Brown: “Te va a encantar”.
No está claro que le haya encantado, pero Singer dedicó los siguientes meses a seguir como sombra al que por entonces no era más que un hombre de negocios dudoso, vulgar y atrabiliario, lejos de ambiciones políticas manifiestas. Trump lo trató a la Trump: condescendiente, hizo lo posible por utilizarlo y habló con él más bien poco, pero dejando un rosario de momentos inauditos. Singer escuchó, observó, anotó, publicó 10 mil lúcidas, precisas, vitriólicas palabras en su revista. Por fin, el año pasado, ante el avance del hombre cheeto en la arena política, publicó una versión actualizada de aquel perfil, como libro: Trump and Me o El show de Trump, en español.
¿Qué retrata? Amén de un mentiroso compulsivo del que alguien de la alcaldía de NY dijo que no le creería ni aunque su lengua estuviera notariada, retrata, en una palabra, a un hombre “sin vida interior” y un hombre con una incapacidad crónica, plena, para establecer vínculos reales. Un hombre pura fachada en el que la intimidad, la cercanía, es sólo un arma para vender, en el sentido más desagradable del término. En suma: un personaje y nada más. Cuando Singer le pregunta a quién se acerca en busca de confidencia cuando atraviesa momentos de tribulación, Trump contesta sin problemas que a nadie. “No es lo mío”, responde. Cuando Singer le pregunta si al verse al espejo considera que ese hombre que ve reflejado es la compañía ideal, Trump le contesta que si de veras quiere saber qué considera una compañía ideal. “A total piece of ass”, deja caer entonces: un culazo, podríamos traducir otra vez muy libremente. Luego de acercarse a saludar efusivamente a decenas de poderosos en una recepción, dice que después de toda esa falsedad, de estrechar “cinco mil manos”, se va a ir a lavar las suyas.
En una palabra, Singer retrata a un narcisista patológico que sí, ahora tiene los botones nucleares al alcance de esos deditos suyos. El hombre que, remata, buscó y consiguió el mayor de los lujos: “una existencia no perturbada por el rumor de un alma”.
Lean El show de Trump. Es el libro del terror del año.