Unos primeros vistazos, rápidos, apenas con unos minutos de tiempo para redactar, sobre el primer debate presidencial:
—Sin duda es mucho mejor formato el que vimos anoche, que aquellos que padecimos en años anteriores, en sexenios previos, que salvo por algunos instantes memorables (Francisco Labastida del PRI versus Vicente Fox del PAN, en el 2000), eran muy acartonados y soporíferos.
—Lástima que hubo tantos candidatos, cinco. Un encuentro de tres, de los tres punteros, hubiera sido mucho más interesante.
—Hubo oportunidad de que los moderadores hicieran preguntas, buenas preguntas varias de éstas, con contexto y datos duros, e insistieran ante una evasiva de los candidatos.
—Hubo oportunidad, también, de que cualquiera de los candidatos se dirigiera directamente a alguno de ellos en particular y espacio suficiente para que el aludido contestara o lo ignorara, gracias al formato de las bolsas de tiempo que iban administrando.
—Igualmente hubo momentos para que hubiera contrarréplicas, lo cual generó, varias veces, percepciones de verdadero debate.
—Este fue el primer debate presidencial realmente accesible en casi todas las redes sociales: la gente podía verlo por televisión, en Facebook, en Twitter, en páginas de internet, en todo tipo de portales que tomaban la señal del INE. Muy bien.
—Fue, más allá de los candidatos, un debate absolutamente interactivo, porque la gente subía a redes sociales, en tiempo real, sus opiniones de lo que acontecía: si dejamos de lado a los bots, los cibernautas lo mismo vapuleaban a un candidato que defendían a otro, y armaban verdaderos debates paralelos.
No fue nada más un asunto de crear divertidos memes y bromas, o tuitear con gran sarcasmo, sino que muchos ciudadanos literalmente debatieron sobre las propuestas, evasivas u ocurrencias de los aspirantes. Periodistas, académicos, artistas, políticos, muchísima gente usó la selva virtual como arena de intercambios inteligentes.
—Para celebrar también la gran audiencia. Una encuesta, durante el debate, de la empresa Massive Caller, calculó que 6 de cada 10 mexicanos con teléfono vieron el debate (64.42%). Buenos números, si se confirman los raitings.
—¿Quién ganó el debate? Según Massive Caller, hubo un virtual empate entre Andrés Manuel López Obrador (40.95%) y Ricardo Anaya (39.68%). Muy abajo quedó José Antonio Meade (9.21%), El Bronco (7.30%), y la peor fue Margarita Zavala (2.86%).
¿Qué vi yo? A Margarita, desarticulada. Al Bronco, polemista, relajado, provocador (el mejor momento televisivo sin duda fue el de que si ganara la Presidencia mocharía manos a corruptos; Azucena Uresti extraordinaria, por cierto). Meade, gris. Anaya, tratando de volver a crecer. AMLO, en lo suyo, como puntero, resistiendo y evadiendo.
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