El Club Santos en Primera División existe desde 1988, Poco a poco fue tomando presencia e importancia.
Gracias a inversionistas y luego a la gran empresa cervecera se fue constituyendo en algo trascendente. Poco a poco penetró en el gusto y cariño de la afición lagunera.
También paulatinamente provocó que el país entero volteara a verlo. Se creó una empresa emocional importante que, insistiendo, gracias al apoyo económico recibido, creció y se desarrolló a límites
insospechados.
El cariño, interés y apego de los laguneros por su equipo fraguó a tal grado que puede definirse como un patrimonio sensible que radica en el alma y en el interés de la gente.
La cercanía se intensificó y todo se interpretó como beneficio no negociable. Poco a poco fue llegando a ser motivo de presunción familiar porque lo colectivo integró a una sociedad.
Hoy, después de muchos triunfos, campeonatos, éxitos, subcampeonatos y conquistas no imaginadas, después de haber aprendido a gozar lo que parecía era exclusivo de algunos pocos, el panorama es incómodo, casi desolador.
Cada quien podrá establecer las causas y definir el futuro, pero duele ver que los tiempos de gozo se han escondido.
Afortunadamente todavía tenemos Santos con nosotros. Como nos acostumbró a aprender a gozar los beneficios y éxitos de la empresa y en la industria fue reconocido, todos esos gratos recuerdos hoy son incómodos.
El placer de haber tenido lo casi inalcanzable, haberlo saboreado y disfrutado a manos llenas, se regresa como arma en contra. Difícil entender esta realidad que fue el gestor de unidad.
El tiempo nos avisará si podrán regresar esos beneficios.