La maldición llegó muy pronto. La organización que puede presumir todo menos su estadio ha sido eliminada, casi amarrada porque no pudo anotar gol en dos partidos.
La afición “tigre” ejemplar por muchas cosas no tiene suficientes argumentos para burlarse de otros equipos o de distintos seguidores que tengan simpatía con equipos diversos.
Hoy no tienen motivo para presumir.
¿Quieren echarle la culpa a alguien? Pueden empezar por ellos mismos porque siguen creyendo que son los únicos que compiten en el país y que por encima de ellos, alguna vez están los Rayados, y nadie más.
La arrogancia los ha enfermado poco a poco. Se han llenado de jugadores eficientes pero luego se dan cuenta que sólo pueden jugar con once, y es ahí donde ya no les alcanza para revertir situaciones como un cero a tres en su contra que el aparente humilde San Luis les acaba de obsequiar.
Es el momento preciso para que ellos mismos se pregunten si ser poderoso en dinero es suficiente para tan siquiera llegar a semifinales.
Nuestras liguillas son muy complicadas, ellos lo saben, siempre lo han sabido.
Los leves descuidos en el campo permiten que el error se convierta en horror al grado de sentirse eliminados.
Todo el entusiasmo ejemplar de su porra oficial o no, llega a un límite porque no le permiten meterse al campo para traducir en actos de futbol lo que ellos brindan y desbordan desde la tribuna.
Ahí se han atorado ahora. Esperemos que ellos mismos sean capaces de aprender de sus caídas.
Suelen burlarse de otros equipos y aficiones; no miden sus posturas, Hoy el país entero les reconoce sus títulos y ejemplar institución que son pero se les recuerda que el futbol mexicano tiene muchas puertas y ventanas por donde aparecen y se aprecian las virtudes de otras organizaciones.
Por lo pronto, felices vacaciones.
