Le pregunté al ChatGPT cómo hacer para acabar con la mediocridad incurable del futbol mexicano y no me sorprendió en absoluto la retahíla de lugares comunes que me entregó como respuesta. Su estrategia no difería demasiado de las recetas que entregan los ideólogos de la superación personal, eran como instrucciones para encontrase a uno mismo y/o convertirse en el empleado del mes, sólo que trasladadas a esa entidad llamada selección nacional (así con minúsculas). Sean creativos, apoyen a los jóvenes con talento, usen la imaginación, participen en torneos que representen verdaderos retos.
No dijo una palabra del mediocre sistema de liguilla, ni de los codiciosos dueños. La artificial inteligencia también cree que el problema son los jugadores y el entrenador.
Luego, con ánimo chingativo, le pregunté cómo hacer para salvar al PRI y me dijo casi lo mismo; pero en esta ocasión añadió una sugerencia: acabar con la corrupción.
La inteligencia artificial no sabe que acabar con la corrupción es lo mismo que acabar con el PRI, no entiende que en la mayoría de los casos representan lo mismo. Como un adicto en fase terminal, el veneno que lo aniquila es el mismo que lo mantiene con vida.
Al final, le pedí que me escribirá un poema sobre un taller mecánico, al estilo de Nicanor Parra y me regresó un mamotreto, que no era más que un hervidero de frases melosas y cursilonas. Eso sí, mencionó un taller mecánico e incluyó el nombre del poeta chileno en los propios versos, aunque no sé si realmente se trataba de versos. Cualquiera de mis alumnos de secundaria escribiría un mamotreto mejor que el ejecutado por la máquina.
Después de estas consultas, puedo asegurar que el trabajo de chivo expiatorio, es decir entrenador de la selección mexicana de fucho no será ocupado por un robot dirigido mediante inteligencia artificial, no por ahora.
El PRI, por su parte, seguirá su inevitable camino hacia la desaparición. Por cierto, tampoco el jale de poeta está en riesgo y creo que nunca llegará a estarlo.
Yo me habría asustado si el ChatGPT me hubiese dicho, respecto al futbol mexicano, algo del estilo de: “No tiene remedio, los mexicanos deben dedicarse a otra cosa, a cocinar o a comer tacos, por ejemplo”. En conclusión, creo que a la mentada AI le hace falta un poco de realismo, algo de barrio, pues.
