“Fue en ese cine, te acuerdas, en una mañana al este del edén, James Dean tiraba piedras a una casa blanca, entonces te besé”. Vaya líneas maravillosas que crean una imagen entrañable y llena de nostalgia. Todo un elogio a los amores juveniles y los años dorados del cine. Varios mitos combinados a través de la plenitud de la canción.
Ha muerto Luis Eduardo Aute y la música universal se llena de un luto abismal. Fueron 76 años llenos de arte, porque el español fue polifacético y queriendo convertirse primero en pintor, terminó siendo un autor inapelable y emotivo a través de metáforas que tomaba de la vida diaria.
No sólo acertó con la ya citada “Las 4 y 10”, su repertorio es vasto y por ello tendió conexiones profundas con hombres y mujeres de muy distintas sensibilidades y temples; a todos, Aute nos hizo temblar las rodillas y sentir un nudo en la garganta al impartir lecciones para entender el galimatías amoroso. Luis Eduardo contó musicalmente tal cantidad de historias que logró calarnos muy hondo. Crecimos con sus letras como un instructivo que descifraba las pasiones humanas.
Casi que existió un Aute para cada persona y por ello no hace falta arrebatarse el cariño y deliberar quien lo siente más. Luis Eduardo era patrimonio universal y un orgullo para el idioma español, además de mostrarnos como las cosas que rodean al hombre común pueden convertirse en una sutil forma de arte.
Ayer nos levantamos con su pérdida, pero con el tiempo iremos aquilatando todavía más –si es que hace falta- un legado inmenso de humanidad que resumió a través de una concepción perfecta y asequible de la canción, como forma incomparable de comunicación sentimental.
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