Cada quien tiene sus propias adicciones y es menester reconocerlas; para quien esto escribe sería muy difícil concebir una noche sin ver programas como El precio de la historia, Los restauradores y Cazadores de tesoros, y más recientemente El legado de las civilizaciones e Inventos que cambiaron al mundo, entre otras series de la cadena norteamericana (perteneciente a A+E Networks).
Ahora que se cumplen 20 años de su llegada a Latinoamérica y que ya existe también el canal History 2, hago un ejercicio memorioso y me remonto al programa que me fascinó por completo; sin duda que Maravillas Modernas es parte de lo mejores contenidos del canal y ahí podíamos conocer el origen y evolución de muchísimas cosas que forman parte del entorno cotidiano (de la tuerca al lápiz, ad infinitum). Entiendo que exponen los temas desde la perspectiva capitalista y su modo de vida ¡Qué se le va a hacer! Pero no aceptaría que llegara un especialista radical y marxista que pretendiera echar tierra a un espacio dedicado a temáticas culturales que se narran a través de un lenguaje audiovisual muy refinado y contemporáneo. Consideremos que se trata de televisión por cable, cuyos paquetes completos no son baratos. Ahora ya se han convertido en multiplataformas y ofrecen sus contenidos para dispositivos y en versión On demand, pero debo reconocer que seguiré apegado a la forma tradicional de consumo, ¡las fijaciones son duras de roer! Mientras tanto les seguiré reconociendo la dinámica que imprimen a los programas; rompen con el cliché de que la TV documental y cultural es aburrida. En History hay investigación rigurosa, frescura y equilibrio a distintos niveles en cada una de sus producciones. Cierto, se trata de entretenimiento, pero también de ejercicio de la inteligencia y la cultura.
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