Siete. Pasaron novecientos noventa y ocho días, casi mil y una noches para que Kroos volviera a jugar con la selección alemana: se despidió de ella con 31 años al calor de una Eurocopa y volvió a ella con 34, once semanas antes de la próxima. Después de tanto tiempo, solo necesitó un momento para arreglar la maquinaria. Gündogan ganó el volado, el árbitro dio el silbatazo y Kroos metió un pase filtrado al veinteañero Florian Wirtz: gol de Alemania a los 7 segundos contra Francia. A partir de ahí tocó el balón otras 145 veces, completó 124 de 131 pases y Alemania ganó 0-2 el partido. Hay jugadores que empujan un equipo, otros que lo cargan y algunos que lo jalan; Kroos es de los que arreglan un equipo.
Setenta y dos. En poco más de 72 horas la selección de Brasil, obispo de Río, habrá oficiado en dos catedrales europeas: Londres y Madrid, las más grandes. De la inglesa sacó una victoria 0-1 y de la española veremos qué pasa mañana cuando Vinicius, Rodrygo y Endrick, la nueva promesa del Real Madrid, pise por primera vez su futuro campo. De Brasil podemos decir muchas cosas, empezando por su último campeonato mundial hace ya 22 años, lo que nadie puede negarle es su calidad de eterno favorito en todos los campos del mundo, condición que desde luego incluye al Maracaná, Wembley y el Bernabéu.
Cuarenta. Empezaron pateando la pelota de puntera, poco a poco aprendieron a pegarle, más tarde aprovecharon sus cualidades físicas y se volvieron intensos, utilizaron sus fortalezas mentales volviéndose incómodos, después descubrieron la táctica, desarrollaron la técnica, organizaron un Mundial, invadieron Europa, encontraron un estilo, lo sostuvieron y con el paso del tiempo lo dominaron, juegan cada vez mejor, se convirtieron en una buena escuela que empieza a formar extraordinarios jugadores y van por su segundo Mundial en casa. En cuarenta años Estados Unidos le dio la vuelta al futbol.