Alain Delon el actor, el mito, falleció el 18 de agosto a los 88 años. Su desaparición viste de luto al cine de Francia y del mundo por ser una estrella. Además de participar en más de cien realizaciones cinematográficas y un exitoso empresario, sobresalió por sus romances y por los escándalos que protagonizó.
Pero más que hablar de su carrera frente a las cámaras, hay algo por lo cual el intérprete comenzó a llamar la atención en sus últimos años. Todo sucedió a raíz de un accidente vascular que sufrió en 2019. La hospitalización y la difícil recuperación afectaron su estado de ánimo. Y todavía más cuando le fue diagnosticado un linfoma de células B. En su desesperación declaró públicamente que ya no quería seguir en este mundo y deseaba morir.
¿Qué pudo sucederle a uno de los hombres que se caracterizaba por su atractivo físico, su fama y fortuna? ¿Qué lo motivó a pedir la eutanasia o el suicidio asistido? Es imposible saberlo, pero al parecer se cansó de vivir. Llegó a una edad en que el deterioro de sus facultades físicas lo obligaron a depender de los demás.
Si bien la Eutanasia está permitida en muchos países, en Francia todavía no está legalizada; lo mismo sucede con la Muerte Asistida. Al saberse que Alain Delon viajaba a Suiza —país en donde solo permiten la venta de fármacos para suicidarse—, se especuló sobre sus intenciones, aunque luego se supo que solo había ido para recibir tratamiento médico. Pero por asuntos relacionados con el pago de impuesto se vio obligado a regresar a su país.
Decepcionado, porque lo único que deseaba era que lo dejaran morir en paz, tuvo que enfrentar varios problemas, como la confiscación de una colección de setenta y tantas armas de fuego y municiones. Asimismo, sus hijos disputando la herencia de todo su patrimonio. Por un acuerdo familiar, su hija recibirá la mitad y sus otros dos hijos el resto.
Por fin, todo el sufrimiento físico y emocional acabó por mermar su frágil cuerpo y sus deseos de morir se cumplieron. Su caso deja ver que la longevidad prolongada no siempre es sinónimo de felicidad, sino también de hartazgo.
