Transparencia Internacional, en un reciente estudio de América Latina y el Caribe, concluye que en esta región México es el país más corrupto de todos. Una de sus conclusiones indica que la policía y la clase política son sus más conspicuos representantes. La corrupción en México es metastásica: corroe hasta las partes más recónditas del sistema. Sirva, para ejemplificar, la devastación que trajo el sismo del pasado 19 de septiembre en CdMx. El colapso de edificaciones nuevas demuestra que las normas de construcción, después de 1985, no se cumplieron a cabalidad. Hubo corrupción de la autoridad y abuso de los constructores. Una mezcla que permite la ganancia fácil de las inmobiliarias ante la actitud pasiva, pero no desinteresada, de la autoridad. El sismo ha puesto en jaque el boom inmobiliario capitalino y en entredicho a diversas autoridades de la ciudad.
Un análisis hecho por ingenieros de la Universidad de Stanford (EU) concluyó que 61 por ciento de las construcciones siniestradas se habían erigido con una técnica que contribuyó significativamente al colapso de los inmuebles*. La técnica usada fue que los pisos se sostenían por columnas de concreto, sin reforzamiento adicional en las paredes ni soportes laterales. Esta técnica está prohibida en Chile, país de alta sismicidad, Estados Unidos y Nueva Zelanda.
Después del sismo de 1985, los reglamentos se endurecieron, pero no prohibieron la técnica antes mencionada, lo que favoreció el derrumbe de un buen número de las edificaciones. Un elegante departamento de seis meses de antigüedad, con paneles solares y reciclaje de agua, se desmoronó en segundos. La reconstrucción no solo tiene que reparar o volver a construir. Tiene que indagar si hubo negligencia de la autoridad combinada con la voracidad ilimitada de los constructores. Esta mezcla puede explicar un buen número de las personas fallecidas que la ciudad capital padeció. De ser así, tiene que haber responsables.
Qué decir del colegio Rébsamen, en el que perecieron 19 infantes. Sus propietarios edificaron un penthouse bajo el amparo de la autoridad. Este es uno de los factores que explica el desplome de la edificación. Otro caso, de los muchos que debe haber, es el de un predio en la exclusiva colonia Fuentes del Pedregal (Tlalpan) que desarrollaba el proyecto Miravento Luxury Towers. Los constructores utilizaron una licencia para obra nueva, pero las licencias de construcción fueron expedidas en 1980 y 1983. Afortunadamente la obra, por el momento, está clausurada.
La lección del 19-S pasado indica que todo proyecto inmobiliario tiene que pasar por rigurosas normas de calidad de construcción. El sismo puso al descubierto que a las inmobiliarias les importa más la ganancia jugosa, aun poniendo en riesgo la vida humana. Es muy probable que a partir de ahora tal práctica disminuya. El boom inmobiliario está en crisis y la autoridad (in)competente ha demostrado que no es confiable. Por algo somos los líderes en materia de corrupción.
*Los datos usados provienen de “El Financiero”, 9/X/17.
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