Política

Fox, el bravucón de la cantina

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  • Fox, el bravucón de la cantina
  • José Luis Reyna

Schopenhauer (1788-1860), filósofo ultramisógino, afirmó que “las mujeres son criaturas de ideas cortas y cabellos largos”. Siguiendo esa parábola, el ex presidente Vicente Fox es un hombre de lengua larga e ideas cortas. Durante su presidencia, y después de ella, se distinguió por definir la realidad con base en lo chusco y, con frecuencia, en lo ridículo. Casi al final de su mandato (octubre de 2006) esbozó su “teoría de la acción”: “Ya hoy hablo libre; ya digo cualquier tontería, ya no importa. Ya. Total, yo ya me voy”. Sin embargo, no se fue. Su activismo reaparece más que de vez en vez; lo ha convertido en un modus vivendi (vive de ello) y una forma de llamar la atención. Así lo demostró hace unos días, la víspera de la Asamblea General de la OEA, que se efectuó la semana pasada en Cancún, para tratar la descomunal crisis que ahoga a la sociedad venezolana.

Ante varios ex mandatarios iberoamericanos, entre ellos Felipe González de España, Eduardo Frei de Chile, José Sanguinetti de Uruguay, Andrés Pastrana de Colombia, Fox convirtió ese foro en un antro cualquiera. De su ronco pecho espetó a sus pares, y al mundo, que él se encargará de López Obrador personalmente. “Ese cuate no llegará” a la Presidencia de la República porque no queremos otra Venezuela en nuestro territorio. “Tengo mis mañas”, las que, según él, “son democráticas y llenas de estrategia”. Fox, por tanto, posee la fórmula para frenar al líder de Morena, sin importarle las instituciones.

Es probable que algunos de sus colegas iberoamericanos alzaran las cejas. Fox convirtió un escenario democrático en pulquería de barrio al vociferar su fanfarronada “democrática”. El ex presidente se encargará también de mostrarle al “populista” su ignorancia. Ya encarrerado, habría que imaginarlo quitándose el saco, en un verdadero arrebato de cantina, y tuviera a bien recomendarle a ese “cuate” la lectura de las obras completas de José Luis Borgues, editadas y comentadas por el mismo Fox, o bien presentarle a Mario Vargas Llosa, el premio Nobel de Literatura “colombiano”.

Sin duda, Fox perdió de vista que estaba en un foro con demócratas, en un país como el nuestro que hace esfuerzos descomunales, sobre todo desde la sociedad, para tener un régimen democrático. El ex presidente mexicano no tomó en cuenta que el sistema político que tenemos, por endeble e imperfecto que sea, descansa en procesos electorales mediante los que se gana o se pierde. No tiene sentido alguno, por tanto, soltar la lengua y gritar que él se encargará de que “ese cuate” no dé un paso más en su aspiración política. Fox, queriéndolo o no, reencarnó al viejo PRI de las urnas embarazadas y el ratón loco. El viejo pleito que Fox tiene con AMLO no se resuelve con arrebatos y bravatas de cantina. Nada le impide organizar al señor de la lengua larga una campaña de argumentos, no de mañas, donde con ideas demuestre la incapacidad de AMLO para gobernar. Fox no es un demócrata; es un neopriista. Es un bravero y golpeador de cantina. Lástima que no se dé cuenta. Lástima que fue Presidente de este país.

jreyna@colmex.mx

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