Adrián de la Garza y Francisco Cienfuegos tuvieron cómplices en sus marrullerías para ganar la elección en Monterrey. A la candidata de Movimiento Ciudadano, Mariana Rodríguez Cantú, le echaron montón usando, principalmente, como brazo electoral a la Fiscalía de Justicia (Pedro Arce) y los agentes ministeriales, quienes cubrieron toda la campaña del PRIAN desde resguardar el cierre de Xóchitl Gálvez y Adrián hasta actuar como hampones electorales en contra de la campaña de Mariana el Día D.
No solo los agentes ministeriales son el brazo armado, político y electoral de Adrián de la Garza, otros actores también influyeron, con su fracaso administrativo y gubernamental, a tronar la candidatura de Rodríguez Cantú. Destaca Luis Donaldo Colosio Riojas, quien fue el artífice, por omisión o comisión, del desastre electoral en Monterrey de Movimiento Ciudadano, partido que sufrió la herencia maldita de Luis Donaldo, también lo fue su inclinación por la candidatura de Xóchitl Gálvez, traicionando con ello a Jorge Álvarez Máynez e, inmoralmente, se desentendió de los muertos de MC en el cierre de campaña de San Pedro donde su compañera de fórmula, Martha Herrera, apenas sobrevivió. Colosio perdió la senaduría y fue factor sobresaliente en contra de Rodríguez Cantú y las diputaciones federales y locales de la ciudad. No satisfecho con sus plurales traiciones, quizá la mayor fue levantarle implícitamente la mano a Adrián de la Garza al descartar que no hubo incidencias delictivas en la elección regia. El efecto Colosio tan ponderado hace meses resultó el defecto Colosio.
El estilo personal de arrebatar elecciones de Adrián de la Garza es harto conocido en Monterrey: amedrentamiento, robo de votos, compra de medios de comunicación (El Norte) y ataques de guerra sucia a través de las redes sociales. Para dar prueba de ello basta preguntarle a Felipe de Jesús Cantú y Clara Luz Flores. El uso político-electoral de los agentes ministeriales (tortura de por medio gracias al torturador de Adrián de la Garza) pudo tener su correspondiente vacuna usando la Policía Regia y Fuerza Civil. Se sabe que Colosio decidió darle paso con la ausencia de la Policía Regia a las marrullerías de Adrián, pero ¿qué pasó con Gerardo Palacios Pámanes? El secretario de Seguridad del Gobierno del Estado no fue un dique contra las movilizaciones electoreras de Adrián y Francisco Cienfuegos (quienes por cierto abandonaron a Karina Barrón); fue, en todo caso, copartícipe del fraude en contra de Mariana Rodríguez Cantú. ¿Y qué decir de Alejandro Junco quien, a través de El Norte, fue el brazo periodístico para golpetear al gobernador Samuel García y, por ende, a Mariana y Movimiento Ciudadano?
La elección de Monterrey aún no acaba y no solo se trata de los tribunales, también se trata de la voluntad política de Morena, el presidente Andrés Manuel López Obrador y la próxima presidenta Claudia Sheinbaum. Morena ya impugnó, a pesar de que Tatiana Clouthier y Mauricio Cantú, al favorecer a Adrián “impugnaron” la impugnación. En 1994 le quitaron la alcaldía a Jorge Manjarrez y Carlos Salinas de Gortari, a través de José Francisco Ruiz Massieu, se la dio a Jesús Hinojosa, de esto pudieran hablar tal vez José Luis Salas Cacho y Raúl Monter. En 2018 ganó Felipe de Jesús Cantú y, a solicitud de Rodrigo Medina, Enrique Peña Nieto se la concedió a De la Garza, de lo anterior puede dar cuenta Santiago Creel.
Acostumbrados a la ilegalidad del uso electoral de los ministeriales, a los cateos para amedrentar, a la tortura de sus oponentes, Francisco Cienfuegos y Adrián de la Garza pueden seguir la ruta perdedora de Xóchitl Gálvez, quien impugna la elección de Claudia Sheinbaum a través de la supuesta participación electoral de López Obrador al hacer “inequitativa” por sus discursos la contienda electoral. En Monterrey no se trata de discursos, se trata de hechos, de cómo Adrián a través de la Policía ministerial cambió el sentido de la votación en Monterrey e hizo de esta elección una elección inequitativa. ¿Le llegará su karma electoral a Adrián de la Garza en este 2024? El que tenga oídos… que oiga.
