El presidente López Obrador propuso que si no se libera de los cargos a Julian Assange debería comenzar a promoverse la remoción de la Estatua de la Libertad en Nueva York.
Me queda claro que al presidente lo asiste la razón al promover la liberación de Julian Assange, fundador de Wikileaks a quien sin lugar a duda se le están violando sus derechos humanos como el derecho a la libertad, el derecho a la libertad de expresión, y probablemente el derecho a la vida pues corre el enorme riesgo de aparecer suicidado con un puñal en la espalda en alguna cárcel de los Estados Unidos, de eso no nos queda la menor duda y estamos al cien con el presidente López Obrador en esta nueva campaña y lucha por la justicia.
Sin embargo, el remover la estatua de la Libertad me provoca algunas dudas si tomamos en cuenta que los Estados Unidos han recibido a más de cuarenta millones de nuestros compatriotas mexicanos y que viven y trabajan en los Estados Unidos. Como no agradecer también las enormes cantidades de remesas que año con año nos envían nuestros compatriotas migrantes que trabajan en aquél próspero país y que reciben mejores sueldos que en casa, razón principal que los determina para cruzar la frontera, dejando a todo lo que conocen atrás, esquivando las balas de unos cuantos gringos rancheros, para empezar de cero, como diría Molotov en su frijolero.
Si bien nuestros paisanos sufren discriminación, también es cierto que son muy apreciados por sus patrones norteamericanos porque son los primeros en llegar y los últimos en salir, porque trabajan por diez dólares la hora que es menos que lo que pagan a un negro y menos aún de lo que le pagan a un blanco norteamericano y sin embargo nuestros paisanos son los más agradecidos porque no se comparan ni con el negro ni con el güero, sino con lo que no ganaban en México. Todos sabemos de lo esforzado que son nuestros paisanos, no se doblegan ni por el rio grande que cruzan a nado improvisado, ni por los calores del desierto, ni por las temperaturas bajo cero de Chicago, ni por las alturas de los rascacielos que ayudan a construir en Nueva York, ni por los horarios extendidos, casi siempre con una sonrisa pensando en lo bien que hará el dinero así obtenido para sus familias en México, añorando regresar algún día para alcanzar la boda de algún nieto o por lo menos para acomodar sus restos con su familia en el cementerio municipal al pie del cerro de la cruz. En cada pueblo hay uno.
Demos una oportunidad a Estados Unidos, con todos sus defectos y su liderazgo que ha dejado mucho que desear, sigue siendo un país extraordinario en muchos aspectos, destacando su pluralidad, su diversidad, tolerancia y libertades. Sumémonos al esfuerzo para liberar a Julian Assange junto con nuestro presidente y consolidemos una vez más a la Estatua de la Libertad en el lugar que le corresponde. Deben de saber que es la única manera y el único camino para que Dios pueda considerar su constante y perpetua solicitud de su bendición a América.
Mtro. Jesús Torres Gómez
Profesor de la Escuela Internacional de Derecho y Jurisprudencia.