Da una enorme tranquilidad que la señora López Rabadán por fin haya ganado algo más allá del ámbito de la plurinominalidad y gracias al operativo del monrealismo fársico se convirtió en la presidenta de la Cámara de Diputados. Una hazaña de la Resistencia ultraderechosa frente a las ambiciones tremendas de la Dictadura, sobre todo porque le ganó a gente de altísimo octanaje político y emocional como Margarita Zavala, de gran capacidad para la oratoria, Germy Martínez cuyo segundo nombre es traición y Perico Döring que quiere ser como Kinky Téllez y trae siempre cargando un altavoz para vender humo y soltar fake news.
El espíritu de sus antimañaneras alegrará los debates parlamentarios, sobre todo porque se percibirá el odio y rencor que le ha caracterizado contra todo lo que huela a cuatroté, como debe de ser.
Supongo que su primera disposición será declararle la guerra a Venezuela, sobre todo ahora que Trump valientemente le aventó veinte misiles a una lanchita donde según él llevaban toneladas de drogas. Algo que casi ni se veía hechizo ni prefabricado como esas notas donde los miembros de la nueva Suprema Corte, encabezada por Hugo Aguilar (que casi ni ha padecido los ataques clasistas ni racistas de la ultraderechairiza que siempre es respetuosa, y si confundió el bastón de mando con un rito satánico fue por ignorancia y no por maldad) se habían ido a celebrar a un restaurante francés muy fufurufo. Al rato, cuando las nuevas medidas de austeridad en el Poder Judicial se echen a andar (reducción salarios, prestaciones y PRIvilegios millonarios), acusarán a las ministras y ministros de vivir con todavía más excesos que la ex ministra Normita la del varo y Laynez Potizek, antes de que Hugo Aguilar les reduzca sus remuneraciones del nivel Amparo Casar y los lleve al nivel de cualquier jubilado del Issste.
Se antoja que la Rabadán mande hacer una estatua en homenaje a Alititito Moreno jurando que el PRI volverá como una ave que regrese a su nidal, para que en su calidad de dictador del Revolucionarion Ins, acabe con la narcodictadura terrorista comunista, bajo el rubro de “El botox, si mata neuronas, qué no matará”.
Después de esto, estoy seguro que mucho más que dos, quizá cuatro, se unirán a la Resistencia (pero al sentido común), para que sus mítines no se vean tan desangelados como el de Sandra Baticuevas Rojo de la Vega.
Al ritmo de “¡Esto se va a poner rabadanesco!”, los morenistas serán refundidos en un corralito de la ignominia. Al tiempo.
