El verdadero rostro de la derecha nacional no es solamente el de Xóchitl saltando como Teletubi mientras los migrantes la señalan y le gritan, ni el de Lady X dejando el huipil para ponerse traje sastre (¿desastre?) y ponerse al servicio del tío Sam con un inglés insultin an onaceptabol. No es tampoco únicamente el de las fake news no news, ni el de las coreografías a ritmo de Timbiriche que organiza el calderonícola Max Cortázar para que sus muchachos del PRIANChu parezcan progres buenaondita; o las falsas narrativas que encabezaron Tim Golden, Carmen Aristegui y Anabel Hernández haciendo un copy-paste del histerias de Loret que parecían extraídas con fórceps del ¡Alarma! y del Lágrimas y risas.
No. El verdadero rostro de los derechairos en tachas es el de su ideólogo Agustín Laje que, desde su pinochetismo-videlismo no solo se alegra con entusiasmo desbordado que Javier Milei se haya envuelto en la bandera del autoritarismo y la represión en Argentina, sino que también afirma que una bala en la cabeza de un zurdo prácticamente lo lleva al orgasmo. No hay mucha diferencia entre que no se relaje Laje y el ñor Tabe del cuchillote, la muy encantadora idea de Pancho Martín Moreno de quemar morenacos vivos en el Zócalo o el fulano foxista, Rafael Elías (conocido palero de Alazraki y xochilista forever), que peluseó a los migrantes y, encarnado en basilisco, sacó su cartera para humillarlos como cualquier juniorcito sateluco.
Ahí está la pasiva-agresiva onda de prianchuchistas brozísticos que, mientras gritan cual Kinky Téllez que esto es una dictadura, aplauden que Bukele haya sido reelegido en el Salvador con sus políticas policiacomaniacas que deben tener excitado a Claudio XXX.
Una cosa muy bonita y humanista que caracteriza el espíritu de los reaccionarios y conservas en almíbar de hoy, tururú tururú, que llevan en la sangre una sonda diazordacista tan encantadora y chiquitiguau.
Y pior se ha de haber puesto la derechairiza en éxtasis cuando el presidente anunció que iría por las leoninas leyes fobaproístas de Zedillo que es como agiotista de película de Pepe el toro. Y más gacho aún por buscar la desaparición de las pluris para los vivales. Mi ministra Piña debe estar felizaza de la vida con la posibilidad de que haya democracia en la Tremenda Corte (¡No es de Dior!). Y luego la desaparición de algunos institutos autónomos que son tan útiles como una gonorrea. ¡Tómala, barbón!
¡Que se relajen los Lajes, carajo!
