A Ricardo Monreal no lo vamos a acusar de no serle fiel a Ricardo Monreal. Está bien; cada quien su Narciso sin Goldmundo. Está en su derecho de aspirar a ser presidente de un país o un continente y a hacer todo lo posible por conseguirlo con una pequeña ayuda de su vanidad —el favorito de mis pecados, dice Al Pacino en El abogado del diablo—, aunque su paso por Zacatecas, el PRD y Morena, y la delegación Cuauhtémoc digan que no es buena idea.
Hay quien dice que mi Richard es un avezado político que tiene amigos hasta en el infierno (ahí está Dante Delgado), y que es un gran negociador, será por eso que tiene fotos con los más aguerridos Tv estrambóticos opositores a AMLO.
Dicen que siempre debe haber alguien como Ricardo, capaz de mantener el diálogo con los opositores, pero curiosamente ninguna de esas habilidades generó algo positivo en el Senado para el movimiento al que pertenece. De qué te sirve sentarte a negociar con el KukluxPAN y el PRIANChu si no desemboca en acuerdos o al menos en la moderación de sus exabruptos como los de la señora López R., Xóchitl Gálvez y la Lilly y su bróder, Rementiría. De Alitititito extorsionador, nada de nada.
Quizá por eso defiende el arbitrio del INE. Cómo estará la cosa que hasta el árbitro que le regaló dos penales a los Tigres al final recompuso y marcó uno a favor del Atlas. Solo le faltó echar a patadas al portero felino, Nahuel Guzmán, que hizo un dramón peor que el Derbez cuando Azcárraga le puso su soplamoco.
Bueno, Monreal se anahueló cuando casi chilla porque AMLO no lo mencionó entre los presidenciales como si fuera una afrenta al eterno, y luego amenazó, otra vez, con la separación de Morena.
Pero así es el Monrealismo mágico. Lo único que sí me parece muy mala onda es que nos quiera heredar a doña Sandra Cuevas, que quiere convertir en Fosfotepec todo lo que toque con su aplomo de autoritaria de verdad. Ya la vimos repartir pelotas con lana, ostentar actitudes muy voxistas, torturar policías, amenazar a sus críticos y ahora tapar murales y rótulos para poner el logo de la alcaldía, en un derroche pinochetista de mal gusto y desconocimiento de la cultura popular. Si le hubiera tocado Insurgentes Sur, capaz que cierra la UNAM y borra los murales de Diego Rivera y O’ Gorman.
Como su carnal Dante Delgado, Monreal cría monstritos y no se hace responsable de sus estropicios.
Cada vez que Sandra le dice presidente a Monreal, llora el Niño Dios y se muere un pandita.
Jairo Calixto Albarránjairo.calixto@milenio.com
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