Osea, si el elegante, fino y culto sector opositors puede demandar al doctor Gatell alegando con los ojos desorbitados y echando espuma por la boca que es como el doctor Mengele pero menos humanista, entonces, en un supón, cualquier ciudadano suficientemente informado con todo comedimiento podría demandar, por ejemplo, a los ex presichentes Fox y Jelipillo, por propagar información falsa sobre la covid-19, las vacunas y los procesos de vacunación pues, con toda probabilidad, contribuyeron a la histeria colectiva y a una desinformación peligrosísima, ¿no?
Digo, no se me acalambren, culebras, no se calienten, planchas de la oposición; no es que vaya a pasar, pero pienso en que quizá alguien un poco hasta el queque de sus abusos mediáticos pudiera demandar a los notables virólogos de ocasión como Brozo, el Trujillo tenebroso, y Loret, por soltar más fake news pandémicas que los vaticinios apocalípticos que ha desatado alegremente la viróloga-odontóloga mientras ejercía de doctora corazón vía zoom sin tener las debidas credenciales ni para poner ni chiquiadores o curitas.
No es que conozca a nadie que ande en esas, pero si, como dicen los ufólogos, hay vida en otras galaxias, no dudaría que debe haber personas realmente existentes que quisieran demandar a los notables intelectuales de la Eh, la BOA, incluyendo a su inspirada poeta preferida, Lilly Téllez, por anunciar sin algo de pudor con sarcástica sonrisa en esos labios que quieren besar en Dos Bocas, que las vacunas rusas te iban a convertir en Stalin y en Laika al mismo tiempo. Todo con una base científica de especialistas como Miguel Bosé y Eric del Castillo, apoyaban esa tesis francamente cuestionable donde la Sputnik no estaba hecha para nuestro temperamento tropical, pues la dudosa fórmula comunista estaba hecha, según ellos, más bien para el corazón de piedra corazón de Vladímir Putin.
No quiero ni imaginar cuántos compatriotas se infectaron y terminaron hospitalizados solo por hacerle caso a los Salieris del doctor Gatell.
Y lo peor es que al pasarse al Team Coronavirus como Chumel Torres, la Rabadán y el subjefe Diego, los grandes científicos de la anticuatroté, tampoco es que hayan salido a la palestra a reconocer sus pifias cada vez que revistas especializadas como Lancet les ponían un soplamoco, mucho menos a combatir a los antivacunas ni a los falsos doctores House. Ni eso.
Ojalá que no demanden a los opositores, a leguas se ve que obraron de buena fe.
Jairo Calixto Albarrán
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