Pues así de repente el Washington Post, luego de una investigación exhaustiva, exige que para la próxima pandemia los Estados Unidos deben quitarse de encima sus prejuicios pequeñoburgueses y desaparecer el bloqueo contra Cuba. Todo para que desde ahí se produzcan vacunas y se gesten las estrategias médicas. Si se hubiera hecho esto con el coronavirus, estiman que se hubieran salvado muchísimas vidas.
Esto le ha de haber caído como bomba a todos los voxistas, trumpistas y yunquistas gringos, no se diga en la Pequeña Habana, al igual que el sector opositors mexicano que, científicamente, han sostenido que las vacunas cubanas era pura agüita de tlacote. Y justo aplicándole el quitarrisas, cuando festejaban la aparición de una muy dudosa encuesta que prácticamente le daba la victoria a los nostálgicos de la muy krauzista Dictadura perfecta.
Encuesta que no hubiera parecido tan sospechosa si no la retuitea Jelipe Calderón que, cuando da RT luego luego desprestigia, por esa historia negra larga de informaciones falsas.
Algo que sólo se puede comparar con la entrevista que le hizo la dotora Denise Dresser, mejor conocida como la Guerrillera Trendy, al señor Zelenski en Ucrania, donde prácticamente le prometió una base militar de la OTAN en Caleta Caletilla, si acababa con el comunismo de la Cuatroté. Algo que quizá ya comenzó, pues un reportaje de MILENIO habla de cárteles de la droga provistos de armamento ucraniano, fíjate qué suave.
A lo mejor el expresichente Jelipillo estaba más muino que de costumbre porque ya se demostró que en efecto el artilugio ese llamado Estafa de luz es el símbolo del exceso dispendioso y la melomanía calderónica
Afortunadamente para salvar el día, siempre está el espíritu de las leyes con las que trabaja el aparato judicial de la ministra Piña, que exoneró a mi licenciado Peña de cualquier relación dudosa con el escándalo de Odebrecht. Igual que al goberpetocho del Mordor del Edomex, Alfredo del Mazo, que sigue haciéndose como tío Lolo respecto a los 5 mil millones extraviados durante su administración, que por supuesto también salpican a todos, todas y todes a su alrededor. Cuando Álvaro Delgado dice que Piña es Peña, es porque esa Piña tiene mañas que no son de niña.
Lo que supera todo es lo de Lupita Loaeza que, en representación de la Vela Perpetua y la Liga de la decencia, alega que deberían de ganar quienes representan valores decimonónicos, como sacados de El derecho de nacer.
