Política

Brozo, “insuntabol an onaceptabol”

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Muchos mal pensados suponen que a Ricardo Anaya no lo agarró chole de la mano como se podría pensar cuando avisó que estaba malito y que no podría asistir a la audiencia donde podría acabar en el tambo o poniendo pies en polvorosa para andar de prófugo como son sus abusos y costumbres. Creen, sospechosistas, que Anaya le hizo al juez una propuesta que no podía rechazar, en el estilo don Beltrone, digo Don Corleone, para que le hicieran la balona.

Pero lo dudo, diría el músico-profeta José José, pues todos sabemos que un maestro en el arte del engaño como Anaya, que ha obrado el milagro de la reproducción de las naves industriales, jamás haría esas cosas. No puede ser que este personaje que alguna vez quiso ser presidente sin conocer México, sería capaz de sobornar a un juez. No lo haría ni lo volvería a hacer. Digo, el único delito de Ricardo es matar de aburrimiento a la gente con sus videos, pero nada más.

A mi lo único que me saca de onda es que en este caso la autoridad no le haya exigido un documento que avalara su malestar; o si le pegaron la covid mostrar, aunque sea, la prueba PCR como se le exige en sus trabajos a todos aquellos que, cada vez menos, hacen fila frente a los laboratorios. Digo, por lo menos la prueba del añejo.

¡Que se me hace que Anaya se está asesorando por los asesores de mi tatankita Córdova!

O a lo peor se asesora con Brozo, el Trujillo tenebroso, que para responder a los dichos de AMLO que fue tempranito en la Mañanera, anuncia que va a responder más tarde que temprano. ¿Pues no que es de reflejos raudos? ¿No que muy muy? Ya lo veo, convocando a todo el sector opositors para armar una respuesta que le podía tomar tres minutos, en vez de convocar a veinte guionistas y a Loret con todo su séquito de Ladillus. Bueno, hasta ha de haber consultado a Robertico Limonta Madrazo, Claudio XXX González y Chiflano Aureoles, que dicen las malas lenguas que son sus jefes.

Bueno, hay que reconocer que la respuesta tiene su chiste, sobre todo porque está difícil refutar que el viejo Brozo era divertido, agudo, misógino sí, pero inteligente y cotorro, y el de ahora, bueno, convertido en todo lo que se supone que nunca sería: un payaso regañón, que derechosea como Calderón, VOXea como Lozano y ya es casi tan aburrido como Markitititititito Cortés, Alitititito Moreno, Zambranitititito y Anaya.

A mi me da mucho coraje que el Brozo de hoy, tururú tururú, sea tan “insuntabol an onaceptabol”.

Jairo Calixto Albarrán


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  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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