Estaba complicado saber de dónde extrae tanta inspiración Ricardo Anaya para nutrir su culebrón, pues tiene algo del melodrama ranchero del subjefe Diego, una parte del encanto maleado y malvado de Lilly Lady Téllez y la contundencia inobjetable de la Loca Academia de Javidús del probo y nada mitómano Javier Duarte. Sin embargo, después de ver el show estandopero de Vargas Llosa (que como diría el gran Fernando Rivera Calderón “Llosa y Llosa y mueve sus manitas”) pensaba que ahí estaba la fuente primigenia de su videoserie “Ese Odebrecht que no me deja verte, debe caer en nombre del amortz”). Sin embargo, lo del ex presichente español Chemaría Aznar —que era tan calderonista que con su servilismo bailando sevillanas apoyó a Bush en su hechiza guerra en Irak, e inventando sus propias versiones de García Luna Productions con ozú incluido— a leguas se ve que ha sido una de las grandes fuentes de inspiración de Ricky Riquín, al rebasar por la ultraderecha cualquier fantasía conservadora, panista, voxista y yunquista.
Chemaría, que produjo todo un género nuevo en materia de humor político en España gracias a sus calderonadas (baste revisitar las columnas del gran Vázquez Montalbán donde lo molía a palos junto a Felipe González que también ayudó a joderlo todo, y los grandes sketches que le armaban en La parodia nacional, en una de las cuales se mostraba la peripatética vía sexual de Aznar y Ana Botella que era peor que Martita Sahagún), regresó de la ultratumba política con el bigote rasurado nada más para desprestigiar a Cepillín. Para no ser menos que la señora Díaz Ayuso (la versión hispana más peliaguda de Laura Zapata y Javier Lozano) no solo reiteró que el indigenismo es una de las formas más perversas del comunismo, sino que sentenció con su colonialismo heteropatriarcal que sin la llegada de los notables intelectuales, humanistas y estadistas civilizadores que venían al mando de Hernán Cortés, constructores de lo que de manera mamilósfera se hace llamar Iberosfera, ni México ni ninguna nación latinoamericana serían menos que nada. Según la visión histórica sacada de un seminario en Letras libres, con muchos trabajos este lado del planeta apenas estaría poblado por un atajo de bárbaros y salvajes. La verdad histórica del Batiburrillo Karam, palidece frente a la veldá histérica de Chemaría Aznar.
Como que ya veo a Claudio XXX González y a Burnstavo de Hoyos nombrando candidato presidencial a Aznar.
Jairo Calixto Albarrán
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