Es en el mes de diciembre cuando se unen las familias para celebrar la Navidad; los aeropuertos y terminales en todo el mundo se llenan de personas que viajan de un destino a otro, con el fin de reunirse con sus seres queridos, recordando que la Navidad es la mejor época del año, en la que el amor, la unión y el perdón están a la orden del día en cada hogar.
Las posadas, reuniones y festejos, nos promueven la unidad y la convivencia, buscando ante todo la alegría de terminar el año, guardando en nuestros corazones los mejores deseos para el año venidero que comienza.
Muchos son los sentimientos que nos embargan en esta época del año: las buenas intenciones mueven los corazones, sacando lo mejor de nosotros en la Navidad; sin embargo, en muchas familias también hay pérdidas, familiares que ya no están presentes y dejan un vacío en los corazones, familias que pasan por una pérdida económica, incluso, se podría decir, que Navidad, es una época triste para algunas personas.
Es necesario tomar los mejores recuerdos, las mejores memorias y dejar atrás aquellas situaciones que nos causan tristeza; es en el soltar, donde nos liberamos de las cargas y nos damos la oportunidad de comenzar de nuevo, con la esperanza de que las decisiones venideras nos llevaran a un nuevo comienzo.
Una persona me comentó que cada inicio de año prepara un frasco de cristal, le pega un letrero que dice: ¡GRATITUDES! Y cada vez que recibe una buena noticia, una buena acción, la escribe y la guarda en el interior del frasco; al finalizar el año, lo abre y lee todos los mensajes de gratitud que guardó y toma conciencia de que hay muchas razones por las cuales dar gracias al finalizar el año.
Este año que termina, yo los exhorto a tomar los mejores recuerdos, las mejores memorias, soltar las situaciones que nos llevan a la tristeza y dar gracias por las bendiciones que tenemos, ya que la gratitud genera la abundancia, abriendo puertas a nuevas oportunidades, creado pensamientos positivos para lograr un cambio en nuestras vidas, dejando atrás el pasado que nos lleva a anclarnos a situaciones que ya no podemos resolver.
Y como diría el científico Stephen Hawking: “Mientras hay vida, hay esperanza…”
