Últimamente he conversado con amistades sobre el tema del amor y puedo decir que las uniones que han permanecido, son aquellas en que el amor realmente es lo que ha unido sus vidas.
El estar consciente que es un amor lo que se siente y no un simple deseo, un sentimiento que proviene de la sensatez, de la paz, tomando en consideración la forma en que nos transforma en mejores personas y saca lo mejor de nosotros, llegando en los momentos menos esperados, es decir, cuando ni se espera, pero tampoco nos estorba.
Porque el amor al tocar una puerta, siempre es bienvenido, es tal la metamorfosis que nos envuelve, que cada célula del cuerpo lo siente y nos convertimos en guerreros, con una fuerza que de plano no conocemos, afrontando las situaciones desde la entraña.
El tiempo es un ingrediente básico, al ver la historia de nuestros ancestros, nos damos cuenta de quién fue una persona, cuando ya no está, en el legado que deja, ahí está su corazón.
Las conversaciones, los escritos, el acceso a ese mundo interior secreto, donde al entrar, es un reconocimiento a la persona que ya se fue, que no está en su forma física, más su sentir es de forma espiritual. La conexión se da de forma delicada, observando y sintiendo los objetos importantes, las fotografías, desde ahí es donde nos conectamos, al sentir el alma y los que hemos perdido a algún ser querido, podemos comprenderlo.
Conversando con un amigo, comentó la profunda depresión que tuvo su padre al morir su madre y es que la unión es de almas, el amor une a las personas de forma tan fuerte, que al no estar uno, el que queda se convierte en otro.
Desde el amor, puede uno comprender que todo está bien, a pesar de las situaciones diarias, que muchas veces se nos salen de control, que nos dan la pauta para comprender que solo el sentimiento nos resguarda, cuando una conexión se realiza por un interés, la relación se fractura, aunque las personas sigan juntas, llevan vidas separadas.
Las conexiones que ha tenido el amor en sus vidas, saben que traspasa el tiempo y la historia, hay una frase en la película del director Francis Ford Coppola, Drácula de Bram Stoker: “He cruzado océanos de tiempo para encontrarte…”
Me encanta, puesto que conforme el tiempo pasa, los personajes en una historia de amor cambian, es decir, evolucionan, sin embargo, el amor que sienten el uno por el otro, continúa siendo el mismo, la esencia, lo más profundo, sigue buscando su par, hasta completarse.
El tiempo es necesario para asentar una unión, con el transcurso de los días, se conoce más a una persona y conforme el tiempo pasa, una buena relación se asemeja al proceso de transformación de las uvas para convertirse en vino, cada quién da lo mejor de sí mismo y juntos son mejores que solos.
Donde el dar y el recibir, es fundamental, donde el amar es igual a cuidar, al hacernos responsables en una relación.
Para concluir, en estos tiempos de incertidumbre, en que todo está cambiando, sólo nos queda irnos a lo básico: el amor...
