Conozco mucha gente que no eligió su mejor opción al decidir la carrera en la que se iba a especializar.
No se conformó con ese primer gran error al optar por algo que no le gustaba, sino que cometió uno más grande: seguir y terminar graduándose de algo que no quería ser.
Lamentablemente, la historia no termina ahí. Al momento de buscar trabajo, irrestrictamente llevan solicitudes de empleo a organizaciones que contraten empleados con carreras afines, con el riesgo de ser elegidos para laborar, por años, en algo que no estaban convencidos siquiera de estudiar.
Con el paso del tiempo, puede llegar una fuerte dosis de coraje para corregir el camino y, entonces sí, tomar la decisión de laborar en lo que realmente les gusta, algo que amen, ir a ese lugar cuya actividad es su pasión, y la sonrisa vuelve a su boca tras intentarlo.
Pero ¿qué pasa si no llega ese momento?, ¿qué pasa si jamás dan ese paso? La profesión se puede convertir en una zona de la que no hay salida, peligrosamente monótona y sin incentivos que trabajen en la motivación.
La clave siempre será tomar el camino que te dicte la pasión. Preguntarte qué es lo que más te gusta en este mundo, y unir los cabos que te lleven a hacerlo. Reúne todos esos pequeños detalles que hagan un todo.
Sé la persona que imaginabas de pequeño. Siempre hay una línea que te lleve a esa meta; piénsala y búscala bien. Y lo más importante: cero miedo.
