La primera generación de millennials ya está pasando los 35 años, y da la bienvenida a una etapa de la vida que muchas veces no tiene caducidad: la chavorruquez.
Debe ser una de las mejores facetas de la existencia: tienes la posibilidad de consolidar la plenitud que has buscado durante mucho tiempo, los problemas te afectan según les des importancia, acumulas una buena experiencia laboral (si es que la suerte o la disciplina te han acompañado), cuentas con mejores bases para lograr tus proyectos y ya empiezas a "no estar en onda con la nueva onda", como sentenciara en algún capítulo el abuelo de Los Simpson.
Y aunque puedes encontrar estereotipos de chavorruco extremadamente graciosos y complementados con excelentes detalles en las redes sociales, pienso que es mucho más que eso: es un sector poblacional bastante productivo, que encuentra resultados sin dar vuelta por tantos caminos, sabe lo que valen las cosas, trabaja para conseguirlas y está consciente de las necesidades laborales y personales que lo rodean.
Si tu Spotify está sonando con rolas noventeras, si llevas el celular colgando del cinturón o sin él, si vas mintiendo sobre tu edad o te sientes orgulloso de ella, si sonríes al escuchar Timbiriche pero te sabes las de Maroon 5, si dices "¡qué moternou!" (para referirte a algo moderno), si Muebles Troncoso es una marca tatuada en tu cerebro, o cantas con sentimiento la rola de los Thundercats y recuerdas con nostalgia el primer capítulo de Dragon Ball en tele abierta, entre muchos síntomas más, como la intolerancia a la lactosa... pues creo que ya llegaste. Y espero que esa joven alma tarde mucho tiempo en salir de tu cuerpecito.
Los dejo, que voy a escuchar a OV7 por un rato.
HumbertoGandara.com
