A Donald Trump le está yendo muy mal en la campaña. Es un hecho, al menos por ahora. Más allá de que se haya enfermado de covid-19, y que afortunadamente se esté recuperando, el presidente venía de bajada en las encuestas desde el debate de la semana pasada, y ahora con su actitud negligente, tanto por sus palabras como por sus acciones, su panorama electoral se ha complicado incluso más.
Una prestigiosa publicación médica, el New England Journal of Medicine, condenó a la administración de Trump por el mal manejo de la pandemia y llamó a los norteamericanos a votar en contra del republicano. Varios doctores, miembros del Servicio Secreto, algunos republicanos incluso han criticado fuertemente a Trump por quitarle importancia al virus, y de esta forma poner en riesgo a la población. La escena del presidente retirándose el cubrebocas en el balcón de la Casa Blanca lo va a perseguir por siempre. Ese símbolo de “rebeldía” ante la ciencia, de desafío al sentido común, y de una supuesta demostración de fuerza, aunque motive a sus más fieles seguidores, será muy difícil borrarlo de la mente de quienes en verdad van a decidir la elección dentro de menos de cuatro semanas.
Claro, nada es imposible en este punto, y sabemos que Trump es capaz de mucho para lograr su objetivo, pero lo cierto es que en esta ocasión no la tendrá nada fácil. Aunque la maquinaria republicana ya esté lanzando todo tipo de ataques contra Biden, y reviviendo algunos asuntos antiguos como la investigación de Rusia, tendría que pasar algo muy grave para cambiar el tema de la pandemia. La encuestadora favorita del presidente, Rasmussen, lo pone 12 puntos abajo, lo cual es pésima señal para él en este punto de la contienda.
Apunte spiritualis. Trump tuvo la oportunidad de cambiar el tono después de su estancia en el hospital, aprovechando la atención y simpatía de la gente. Pero decidió irse por el mismo camino de irresponsabilidad, poniendo en riesgo a muchas personas, y a él mismo.
