Hace 18 años el gobierno de Vicente Fox desaforó al hoy presidente López Obrador, entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
Lo desaforó la LIX Legislatura de la Cámara de Diputados por haber desacatado el amparo de un juez en el caso de un predio llamado El Encino, ubicado en Santa Fe.
El juez prohibió construir ahí un camino y López Obrador lo desobedeció.
Fue un delito real, uno de esos delitos que se cansaban de cometer autoridades urbanas, sin consecuencia alguna.
El gobierno de Fox se puso intransitablemente legal y procedió penalmente contra López Obrador, un fuerte aspirante a la Presidencia.
El castigo del delito se volvió un caso evidente de legalidad selectiva por motivos políticos.
El 21 de febrero de 2005 apareció en distintos periódicos un desplegado en contra del desafuero, firmado por 58 personas del medio intelectual y cultural, dirigido a los diputados de la LIX Legislatura.
El desafuero pondría a López Obrador a disposición de un juzgado e interrumpiría sus derechos políticos como candidato presidencial.
El desplegado decía, entre otras cosas: “No es en tribunales, sino en las urnas, donde deben ganarse limpiamente las contiendas políticas”.
Yo firmé ese desplegado.
Se publicó en la página 15 de este mismo diario, MILENIO, en la edición del lunes 21 de febrero de 2005. El 7 de abril de ese año la Cámara de Diputados aprobó el desafuero de López Obrador.
El rechazo público hizo recapacitar al presidente Fox. La procuraduría de entonces, la misma que había iniciado el proceso por órdenes de Fox, retiró la acusación… por órdenes de Fox.
Como digo, firmé aquel desplegado contra el desafuero de López Obrador.
Lo hice por las mismas razones que escribo en estos días contra el desafuero que han empezado a fraguar contra Xóchitl Gálvez el Presidente y sus personeros.
El desafuero de López Obrador en 2005 no pudo hacerse sin la decisión política del presidente Fox.
El desafuero de Xóchitl Gálvez no puede seguir avanzando en 2023 sin la decisión política del presidente López Obrador.
Dos más dos eran cuatro entonces y dos más dos siguen siendo cuatro hoy.
El Presidente tiene la sumadora.