Antes de que todos los integrantes de Palacio Nacional se fueran de vacaciones, el presidente Liópez Obrador se sirvió con el cucharón del pozole: “acato bajo protesta la resolución del INE ya que me impide informarle al pueblo de que hay un grupo que está acechando… que quiere regresar al gobierno para robar, para quitarle al pueblo su futuro, que esa es una obligación, es decir, luchar por la justicia y por la democracia, cómo es que no voy a advertirle a la gente que hay una pandilla de rufianes que quieren de nuevo tomar el gobierno para saquear y mantener en el abandono a la mayoría de los mexicanos, ¿por qué no lo voy a decir? Eso es lo más profundo, pero vamos a esperarnos, hay que tenerle confianza a la gente”.
Gil se disfrazó del doctor de Viena, tomó asiento en su butaca psicoanalítica y dijo para sus afueras: aquí hay complejidades. El jefe del Ejecutivo finge ser un hombre arrinconado de la oposición, pero en realidad es el Presidente de la República, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el jefe definitivo del partido oficialista, el hombre más poderoso de México. Así las casas (muletilla patrocinada por ladidá, ladidá), Liópez Obrador sufre de un trastorno de la personalidad, dice Gil disfrazado del doctor de Viena.
Recuéstese en el diván, señor. ¿Por qué dice usted que alguien acecha, si el único acechador, por decirlo así, en este momento en el país es usted, si quitamos, claro, a los grupos armados a los que usted abraza? Silencio sepulcral.
Todo se sabe
Si en Palacio Nacional creen que los asuntos de este mundo mexicano no pasan las fronteras, se equivocan. Una nota de The Associated Press reproducida en Los Angeles Times informa que “el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, continuó con los ataques contra la precandidata favorita de la oposición a pesar de que las autoridades electorales le ordenaron abstenerse de intervenir en el proceso electoral interno de los partidos. La campaña se va así caldeando a menos de dos meses de que se definan los competidores para los comicios presidenciales del 2024”.
Desatendiendo la orden que emitió la víspera una unidad del Instituto Nacional Electoral, López Obrador volvió a acusar a la senadora Xóchitl Gálvez de beneficiarse de contratos millonarios a través de sus empresas de tecnología. “Durante su conferencia matutina, el mandatario afirmó que las empresas de Gálvez recibieron por nueve años contratos para obras por cerca de mil 500 millones de pesos (unos 88 millones de dólares). Si hay injusticias, si se cometen delitos, si hay delincuencia de cuello blanco, delincuencia organizada, hay que denunciarlo”.
Gil meditó, el Presidente va derecho y no se quita. Y ella contestó: “Sígale, no le tengo miedo, no hay nada que ocultar”.
Rosario de México
¿Alguien puede explicarle a Gil qué se propone Rosario Robles con la serie que anuncia con el título de Rosario de México? Gamés vio los cortos. Dios de bondad, ¿qué le pacha a Rosario? Qué cosa más melodramática, cursi y penosa. Con el pene, perdón, con la pena, pero si los cortos anuncian con voz doliente los graves problemas nacionales y la intención de salvar a la Patria, rayos y centellas, nada qué hacer. México es una telenovela, sin duda, ayer Gil propuso el título: “Nuestro pecado fue adorarte”.
Tomar el sol
Gil lo leyó en Aristegui Noticias. El Instituto Nacional Electoral intentó entregar en las oficinas de la Consejería Jurídica un comunicado sobre las medidas cautelares emitidas para que el Presidente deje de hacer manifestaciones sobre temas electorales, pero el notificador no fue admitido porque el área se encuentra de vacaciones. Luego le hablaron por teléfono al jefe de Dios sabe qué consejería y la respuesta fue la misma: todos están de vacaciones.
A esto le llama Gil tener un gobierno serio, que se encarga de las cosas públicas: de momento no los podemos atender porque estamos saliendo al aeropuerto, sí, la playita, nos hace falta, estamos cansados de fastidiar gente y necesitamos un reposo. ¿Una piña colada? Es que de veras.
Todo es muy raro, caracho, como diría Cervantes: “Es querer atar las lenguas maledicentes lo mismo que poner puertas al campo”.
Gil s’en va