A partir de los hechos violentos del 3 de septiembre pasado, perpetrado por grupos porriles en contra de estudiantes del CCH Azcapotzalco, frente a la torre de Rectoría de la UNAM, ha surgido un movimiento estudiantil que se ha extendido a prácticamente a todas las escuelas y facultades universitarias. Pero no solo eso, también se ha extendido a otras instituciones educativas de la ciudad de México, e incluso de otras entidades.
Por obvias razones, dada su vecindad geográfica, el estado de México es uno de lo que más ha vivido tal experiencia.
Esto se debe a que, de las cinco Facultades de Estudios Superiores con que cuenta la UNAM: Acatlán, Aragón, Cuautitlán, Iztacala y Zaragoza, las cuatro primeras se ubican en la entidad. A eso hay que agregar que uno de los CCH se ubica en Naucalpan, uno de los planteles con mayores problemas de porrismo.
No es casual que según las evidencias surgidas, el autobús que llevó a los porros a la explanada de la Rectoría de la UNAM haya salido del estado de México. Tampoco es casual que tres de los expulsados por la agresión sean de planteles ubicados en la entidad: una de la FES Iztacala; uno del CCH Naucalpan y uno de la FES Acatlán.
Llama la atención que estos dos últimos planteles, ubicados en el mismo municipio, con graves problemas de porrismo, hayan padecido este flagelo desde hace décadas. El CCH es territorio de la Federación de Estudiantes de Naucalpan, de triste fama por su violencia sistemática. Por su parte, en la FES los porros no han sido combatidos desde finales del siglo XX. A ello se suma el ambulantaje, el narcomenudeo y el consumo de drogas, sin que a nadie parezca importarle.
Pero el movimiento estudiantil ha trascendido a la UNAM. Por razones similares, aunque no idénticas, estudiantes de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM) han salido a protestar a las calles de Toluca. El detonante ha sido la inseguridad que vive la comunidad estudiantil, materializada en el asesinato de varios estudiantes, el más reciente ocurrido en Ocoyoacac.
En síntesis, en el estado existe una enorme movilización estudiantil que tiene como eje la protesta por la inseguridad prevaleciente. Esta movilización amenaza con desbordar la vida cotidiana en ambas universidades. Por eso es urgente que las autoridades respectivas encuentren solución a las problemáticas denunciadas. Se requiere de soluciones de fondo y no de paliativos para desarticular al movimiento estudiantil.