Se han topado con la renacida imagen de Ricardo Anaya, ex candidato presidencial panista. Seguro que sí. Se ha publicitado durante toda la semana. Es la imagen que le ha servido como portada de su nuevo lanzamiento editorial y le ha venido bien como cartel corporativo de su regreso a la vida política.
La imagen es muy bonita. Mire usted, tiene ese dejo del diseño artístico compuesto de un collage de coloridas abstracciones sobre su rostro, muy en el tono del pop art tan usado desde que Barack Obama lo popularizó en su campaña presidencial. Aquí, Ricardo Anaya está en perfil cesáreo, en perfecta sincronía con las célebres monedas del Imperio Romano, de cuando al emperador Julio César le dio por acuñar su perfil en la calderilla de entonces como método de propaganda política.
Aquí, si usted mira la imagen de frente, observará que su nariz, boca y mentón se dirigen hacia la derecha. Se diría que su mirada está de fija hacia el horizonte, hacía el futuro. Su boca, cerrada de labios, es casi adusta, sin mueca ni vestigio de sonrisa alguna (¿Habrase pensado que a un gran megalómano solo lo combate y le sucede otro gran megalómano?).
En lo particular, me llamó la atención ese brillo, como un destello de luz, que se observa en el armazón de sus lentes. Es un chispazo, un fulgor relumbrante que se aprecia justo a la altura de la sien. Y ya uno, que le acaba de escuchar que más que un político de ocurrencias es un hombre de ideas, pues lo termina por entender mejor: ese resplandor en la nueva imagen que sirve de portada de su libro no es otra cosa más que el subliminal anuncio, prodigioso, de que estamos ante un tratado de acción política que nos dará luces y rutas para lograr aquello por lo que se ha propuesto regresar: salvar a México.
Habrá, por supuesto, que leerlo y atenderlo. En tanto, déjenme reparar en un punto del video de esta semana donde el Revenant (González Iñárritu, dixit), no solo anunció su libro, sino que nos viene manejando que dejemos de quejarnos pues “no basta con estar criticando al gobierno” para después convocarnos al diálogo y a la acción. De hecho, nos viene a vender que nos dará las “soluciones concretas” a los problemas del país. Además, nos viene ofreciendo que el futuro que nos espera es “brillante”. Ese futuro, nos alecciona con el ceño en rostro, que es “diametralmente” opuesto al pasado que representa la 4T. O sea: “ese pasado que representa la absurda refinaría, el desprecio por la ciencia, la tecnología o el rechazo a las energías limpias”.
De verdad que es único don Ricardo. Si nos fijamos bien en el video, el libro de lanzamiento que nos ocupa está en un segundo plano, al fondo casi del todo en una mesita de madera. Para mayor localización, a su lado izquierdo hay una figura de una turbina eólica en miniatura. Qué bien hace nuestro Revenant político de estos días en destacar esa torre eólica. Seguro sabe que ahí hay futuro y negocio brillante. En Querétaro, donde vive don Ricardo, vieran ustedes cómo ha prosperado ese negocio. El Revenant viene con todo. Y ha prometido más videos semanales con nuevas lecciones y apuntes.
En este espacio ya nos hemos ocupado de su imperecedero rostro de colegial recién salido de la primera comunión. El video lo retrata igual. Nada que agregar. Acaso: podría el augusto salvador del país desabrocharse el segundo botón de la camisa y liberar, orgulloso, algo de pecho. Da la sensación de estar como aprisionado, resguardado, intimidado. Es por su propia imagen. Vendería mejor.
@fdelcollado