Política

La desigualdad de siempre

Hace años Piketty sorprendió a los académicos al tratar de rastrear evidencias de la desigualdad en Europa en fuentes tan aparentemente tramposas como la literatura o el arte. Pero nada ilustra tanto las condiciones de una Inglaterra victoriana como los cuentos de Dickens, o una Francia absolutista y convulsa por la Revolución como Los Miserables. Siguiendo un poco esta forma de entender el mundo, y con la ayuda de modelos de proyección estadística, Diego Castañeda Garza se adentra en un ensayo sobre la historia de la desigualdad en nuestro país desde antes de la Independencia hasta lo más cercano de nuestros días. Adelantando conclusiones, pero sin salirnos de otras posturas de expertos, se puede notar que la desigualdad en México tiene su base en cuestiones estructurales y añejas, en un vaivén de inercias políticas e históricas claramente definidas y reconocibles para cualquiera, y cuyos efectos marcaron nuestra vida nacional.

El libro se llama “Desiguales. Una historia de la desigualdad en México” y acaba de publicarse este año, y se suma ya a una serie de estudios muy importantes como el de Viri Ríos o Raymundo Campos. pero en este caso se trata de un estudio de larga duración que abarca dos siglos de convulsiones políticas que, con la base del análisis económico, nos ofrece una especie de historia económica de nuestra tragedia, una agenda pendiente que, si bien no fue causada en las últimas décadas, ha sido sostenida por un modelo que se basa, justamente en la prevalencia de la desigualdad.

Y es que la desigualdad debe verse como un problema que, aunque tiene sus referentes más claros en el ingreso, impacta en otros ámbitos. Hablamos de desigualdad cuando colonias enteras carecen de agua mientras el gobierno escuda su incapacidad en fallas eléctricas. Hablamos de desigualdad cuando el acceso a la justicia contrasta con una impunidad de casi cien por ciento. Hablamos de desigualdad cuando la violencia en contra de las mujeres es la regla y no la excepción. Hablamos de desigualdad cuando, a pesar de crear fuentes de empleo, estos carecen por completo de la garantía de los derechos laborales de las personas. Hablamos de desigualdad cuando la salud es un privilegio en lugar de un derecho. Hablamos de desigualdad cuando en un estado que presume de ser una locomotora de la economía nacional prevalece la pobreza extrema en localidades enteras, cuando la migración por falta de oportunidades vacía municipios, cuando la movilidad social es casi inexistente. Cuando unos pocos concentran la riqueza que generan todos los demás.

Es una pregunta central en el libro, que cuestiona un diseño fiscal que ha prevalecido por siglos y que no logra entender por qué se debe pagar impuestos para quien trabaja (tomando como ejemplo el ISR) y no es tan severo para quienes ostentan la riqueza que otros producen (como por ejemplo, las herencias y el propio capital) y que ve como una constante durante todo el texto propiciando un modelo de dos siglos y del que poco se discute cambiar.

En tiempos de decisión vale la pena analizar este tipo de temas y de textos, que nos ayudan a comprender mucho más la situación en la que estamos y que siempre hemos aceptado, sobre todo por el alcance de aquellas personas que buscan ocupar cargos que definen mucho de la vida pública.


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Ernesto Gutiérrez
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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