Patrick Modiano (Francia, 1945) es de los galardonados con el Premio Nobel de Literatura que no han causado polémica. Se caracteriza, a diferencia de quienes intentan abarcarlo todo en cada novela, por ocuparse de cosas concretas. Ambiciona poco, pero basta para no echar de menos lo de más.
Primavera de perros/ Flores de ruina (editorial El Cuenco de Plata) son dos relatos de corta extensión y similitud temática. El primero lleva por título la frase de un fotógrafo, Francis Jansen, dicha a un hombre que utilizó como modelo durante aquella estación del año y que pretende honrar tres décadas después. Para contar esta aventura, nuestro protagonista, que carece de nombre, utiliza los recursos históricos de su época.
Partiendo de memorias reales, el narrador traza una ciudad con promesas incumplidas. Entre la Poterne des Peupliers, el bulevar Bonne Nouvelle, la calle Du Bois-des-Caures, los Champs-Elysées, la librería Chez Clément Marot y el Hotel Royal, Modiano reconstruye con melancolía un paisaje en ruinas. ¿Cómo hablar acerca de lo que nada sabemos? El protagonista trata de evocar la existencia guiándose solo por lo que intuye.
Presenciamos la víspera de algo que jamás llega, ni siquiera cuando debería ocurrir. ¿Modiano tiene algún objetivo? Ninguno: resulta un dador de explicaciones que escribe ganándose la vida con ello.
