Mientras la bacanal política del 2 de junio no termina para la elite gobernante en México, se asoman días trémulos en donde el final del sexenio y la fiesta de Independencia se fusionarán para despedir al presidente Andrés Manuel López Obrador y dar paso a la reforma al Poder Judicial.
Como en la antigua Roma, al César lo que le corresponde, y en la actualidad eso significa aprobar la reforma del gran mandato popular, por lo que más de 35 millones de compatriotas salieron a las urnas a pedir con clamor un acto de justicia.
Que nadie más nos vuelva a pisotear en la impartición de la ley en nuestro país, que no haya inocentes ni pobres en las cárceles, que el delito no sea el pecado de la ignorancia, de la falta de oportunidades, de la diferencia de clases.
Por eso cuando se refieren al final del sexenio muchos presagian caos y pulverización ideológica, pero otros muchos, otros tantos más de los que se oponen, ven la posibilidad de tener una nueva patria, o una similar a la que se tiene pero con mejoras sustanciales en la forma de conducirse por parte de los poderosos.
En Roma fueron 13 días de marzo dedicados a la fiesta y glorificación de los dioses, de la guerra, de las conquistas, del florecimiento de una transformación que se pensó como la panacea de todas las culturas y sociedades.
Hoy México celebra sus días previos al 15 y 16 de septiembre, la noche del Grito de Independencia, el mito heroico de nuestra nación que por unos momentos desde el balcón de Palacio Nacional, podrá tener a un presidente en funciones y a una presidenta electa, la primera mujer en la historia que asumirá a partir el 1 de octubre.
Sin embargo, no se espera que haya un desenlace como el de César en el antiguo imperio romano, pero sí un acercamiento a la narrativa de miedo que desde la oposición clasista que hay contra AMLO y Claudia Sheinbaum, nos envía mensajes de que todo es un peligro para México, todo menos que la vieja clase política, la de la generación del fracaso, es la causante de todos nuestros males presentes y de haber saqueado a este noble y bondadoso país nuestro.
