La familia Charrez Pedraza intenta a como dé lugar mantener el poder político en el municipio e Ixmiquilpan. Mal cayó en el seno del grupo político de los hermanos Cipriano, Pascual y Vicente, la anulación de los resultados de la votación del 18 de octubre en el que había resultado ganador el tercero en la dinastía.
Un día después del fallo de los magistrados en Pachuca, los seguidores de Vicente acudieron, ayer, a intimidar a las autoridades del Concejo Municipal Interino bajo la administración de Enrique Simón Romero, quienes no cayeron en provocaciones, pero sí alertaron a las autoridades estatales.
Más tarde se confirmó que incluso Cipriano y Pascual enviaron mensajes desde sus respectivas trincheras, uno en prisión y el otro en paradero desconocido luego de dejar el poder municipal en septiembre pasado, para buscar conformar un bloque de presión que orille a no llevar el proceso a una elección extraordinaria o de lo contrario podría haber consecuencias. Al interior de gobierno estatal no son omisos a dichos eventos y desde antes de la elección su buscó privilegiar la paz social, sin embargo las denuncias interpuestas por actores políticos que participaron en las campañas en Ixmiquilpan, fueron contundentes para que los jueces electorales determinaran que hubo actos anticipados, uso de recursos, demasiadas irregularidades como para sostener los resultados.
De antemano se sabía que el descontento de los Charrez sería palpable, incluso de forma inmediata como se constató ayer, y no solo por la elección. Corre el rumor de que ya pesa una investigación administrativa contra Pascual, el ex edil que recién salió, por lo que fueron sus cuatro años de gestión.
El tiempo se agota para los Charrez que no hace mucho gozaban de prestigio político al comandar sendas asociaciones y grupos civiles a los que llevaban gestión y acciones, pero que tras su arribo al poder se han convertido en un foco rojo para la gobernabilidad en el estado.
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