Cipriano Charrez Pedraza, diputado federal desaforado, ex presidente municipal de Ixmiquilpan, ex diputado local y personaje polémico y de altibajos en varios partidos políticos, hoy en Morena, vive una de sus más grandes tragicomedias.
Lo que bien pudo ser un proceso discreto y conforme a derecho, hoy se ha tergiversado y es una verdadera novela cuyo protagonista juega a ser la víctima con fines políticos.
Ayer, Cipriano Charrez no se presentó a la audiencia programada para el caso en que debe testificar (aún no lo hace a casi un año) sobre la muerte de un conductor ocurrida en la carretera México-Laredo cuando impactó su camioneta sobre un auto compacto y posteriormente se dio a la fuga.
Al ser buscado por las autoridades para conocer las causas, aludió estar enfermo y hospitalizado por una supuesta salmonelosis, producto de una fiesta celebrada un día antes en donde conmemoró su cumpleaños junto a pobladores de diversas comunidades.
Tras evadir la justicia por casi 12 meses, hoy Cipriano se muestra como una persona común a la que el sistema le busca aplicar todo el peso de la ley. Nada más falso que eso.
En sus redes sociales, el polémico político denunció que la clínica en donde se encontraba fue sitiada por policías investigadores, quienes supuestamente ingresaron a la fuerza para dar con su paradero y notificarle que debe acudir el día viernes a la audiencia programada o se le girará una orden de aprehensión.
La realidad es que Charrez ya dejó de tener la fuerza que obtuvo cuando fue presidente municipal y quizá todavía como diputado local; hoy, sin fuero ni representación, tiene a un distrito sin diputado local, no deja rendir protesta al suplente y sigue buscando gestión como si siguiera en San Lázaro, y no acude a resolver el caso por el que fue echado de la bancada de Morena y suspendido por el propio partido.
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