Según un viejo refrán, “cuando Dios quiere castigar a un soberbio, lo ciega”, y eso ha sucedido: su Alteza Pequeñísima desde el palacio de Hernán Cortés proyectó a Xóchitl Gálvez como poderosa adalid opositora a la malhadada y ridícula 4T.
El incumplir su palabra de respetarle el derecho de réplica si un juez así lo ordenaba, y sus cotidianas majaderías misóginas (propias de un rufián, no del Presidente de la República y Jefe del Estado mexicano) exhiben a un ser desquiciado y demuestran el grado de devastación moral y política en el cual se halla.
Cuando estaban cantados los resultados de la próxima elección presidencial en favor del oficialismo, como algo inevitable, todo cambió: pasaron a un lejano segundo lugar los circos mañaneros y a las corcholatas ya no les embona ni su abrebotellas, por más que rueden y hagan patéticas piruetas con insolente derroche de dinero frente a sus acarreados, la mayoría sojuzgados y empobrecidos.
Lo importante ahora para “Va por México” es no echar las campanas al vuelo, ni confiarse y dar espacio a la soberbia. Quien abandere esta lucha debe extremar precauciones en todo momento, porque la pista es larga, con obstáculos y resbalosa. Así como repentinamente cayó la farsa gubernamental, puede degradarse la potencia con la cual arranca esta opción novedosa, fresca y valiosa para muchos millones de mexicanos.
Plantear un gobierno de coalición no tiene precedentes en México.
La clara armonía entre quien abanderará esta lucha y la idiosincrasia política y social prevaleciente será inédita y de gran impacto electoral, pues implica conocer y dolerse del dolor de México.
La propuesta de un gobierno integrado pluralmente con ciudadanos honestos y capaces, no pandillero; un gobierno promotor de la ciencia y la tecnología para enfrentar con eficacia los graves problemas nacionales y a un mundo desafiante y competitivo; un gobierno encabezado por una persona idónea para elevar la condición humana de los llamados “pueblos originarios” y de conjuntar los esfuerzos de todas las clases sociales para sacar a millones de mexicanos de la ignorancia, la miseria y la postración es una oferta ganadora.
México no resiste más un gobierno de mesías, caudillos o cómicos involuntarios; demanda ser gobernado por mujeres y hombres comprometidos con el verdadero patriotismo, acreditado en su quehacer cotidiano.
Sí, el camino es largo, con obstáculos y jabonoso. El éxito de “Va por México” y quien abandere la lucha dependerá, entre otras cuestiones, de cuidar cada paso, momento y circunstancia, poniendo talento, alma y corazón en pro de la unidad y el progreso nacionales. Confiarse y perder la cabeza implicaría perderlo todo y postergar la tarea para hacer de México la casa grande donde todos podamos realizarnos plenamente como seres humanos.