El domingo pasado se entregaron los premios más famosos de la industria del cine. Penosamente, cada año las bromas de mal gusto están presentes.
Pareciera que es una cuota que tienen que pagar los asistentes. Una suerte de bullying institucionalizado en la entrega de los premios más famosos en el mundo del cine.
En la edición más reciente no fue la acepción.
Una de las presentadoras del show ridiculizó a una actriz nominada diciéndole que era una: “rellena asientos”. Haciendo alusión a la categoría de actores y actrices de reparto.
Chris Rock, comediante, se presentó en el escenario. Hizo una broma sobre el pelo de Jada Pinkett. Ella es una mujer afrodescendiente que sufre de alopecia que, entre otras cosas, produce la pérdida del cabello.
El gesto evidenció que todos nuestros cuerpos están estereotipados culturalmente. Y que algunas características tienen mayor valor que otras.
La burla recordó que el pelo de las mujeres negras es un lugar en disputa. Que simbólicamente representa el pelo de población esclavizada. Cuerpos de los que se podían disponer.
El actor Will Smith, al escuchar la ridiculización sobre Jada, su pareja, primero respondió con una sonrisa.
Luego, al ver la reacción de su esposa, se puso de pie y golpeó a Chris Rock.
Así nos hemos construido como sociedad, nos presionamos unos a otros.
De la violencia verbal pasamos a la violencia física. Es el claro ejemplo de la escalada de un conflicto.
Minutos después, Will Smith recibió un premio. En su discurso justificó su violencia en nombre del amor y el cuidado de su familia.
El auditorio, en lugar de cuestionar la justificación y denunciar las violencias, respondió con un fuerte aplauso al actor.
La pareja de actores tenía la opción de levantarse e irse del lugar.
Eso les hubiera traído consecuencias económicas graves. Pero hubiera sido un gesto mucho más potente que la expresión de violencia.
Siempre hay acciones alternativas más potentes que la violencia, siempre.
@davidperes_
