Lo más llamativo del evento encabezado por Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán en Tampico, fue el decálogo para autoridades emanadas de Morena, porque es todo un reto su cumplimiento y se espera que no quede en una carta de buenas intenciones.
¿A qué se comprometen las y los servidores públicos emanados del partido guinda?
A que se deben al pueblo y deben ser leales a él. A atender sus reclamos en audiencias públicas semanales. Austeridad republicana y erradicar privilegios de funcionarios.
No ganar más que la Presidenta de México. Ante dudas, conflictos o alguna situación difícil, consultar al pueblo. A informar periódicamente y con transparencia el destino de los recursos.
No tolerar la corrupción, evitarla y castigarla. No dar cabida al nepotismo, amiguismo, influyentismo, sectarismo ni a los aviadores.
Paridad de género en el gobierno. Oportunidad a las juventudes. Inversión pública en infraestructura y programas enfocados en quienes menos tienen.
Servicios públicos no se privatizan. En ningún caso la policía se utiliza para reprimir al pueblo y hay una línea divisoria con el crimen organizado.
El mejor y lo menos que se espera: El poder se ejerce con humildad. No hay espacio para banalidades.
Es el decálogo alineado a los preceptos del fundador del partido, Andrés Manuel López Obrador, y que la oposición ha cuestionado sobre todo en el tema del nepotismo.
Una lista ambiciosa y fantástica de compromisos que, de cumplirse, significaría una suerte de reinvención del servicio público o un mundo casi irreal.
Ya se conoció el decálogo y debería tener mucha difusión, para que ningún ciudadano lo desconozca y tenga en las próximas urnas el poder de decidir si premia o castiga.
Mientras tanto, no será complejo para Morena completar la meta de afiliación de 315 mil tamaulipecos, porque la ciudadanía no tuvo reparo en apostar por la marca en los pasados comicios.
Además, el PAN ha decidido no darle competencia, no se asume como oposición y va a la baja en el estado.
El reto para Morena es también no llenarse de renegados impresentables, poner filtros a arribistas que son precisamente todo lo contrario de lo que marca su decálogo.
