La esperada reunión a puerta cerrada de esta semana entre el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio y la presidenta Claudia Sheinbaum dejó más dudas que certezas para los mexicanos.
Porque tras el encuentro solo se dijo que se acordó la instalación de un grupo binacional de alto nivel para darle seguimiento a los acuerdos tomados en materia de seguridad… que no se dieron a conocer, solo se dieron algunas ideas vagas sin detalle.
Conforme pasan los días nos hemos enterado que no solo se trataron temas de colaboración internacional en materia de seguridad y combate al narcotráfico, sino que también se platicaron trabas comerciales y hasta se intentó negociar la repatriación a México de capos de alto nivel (que todos inferimos de quiénes se tratan y que han sido y son del mayor interés de Andrés Manuel López Obrador y ahora de Sheinbaum Pardo), entre otros temas.
Eran muy conocidas las fricciones entre ambos gobiernos por temas migratorios, de tráfico de drogas, de comercio desleal y por el trato hacia los cárteles de la droga y grupos criminales, cada bando había sido muy claro en sus posiciones públicas que estaban muy polarizadas. Es ingenuo pensar que en el encuentro el pequeño impuso sus demandas al gigante del mundo, eso solo lo puede creer una mente fanatizada.
En otros periodos había evidencia de respeto mutuo y entendimiento en temas específicos: la primera gran muestra de ello fue el Tratado de Libre Comercio que se negoció y su contenido fue público en los primeros años de la década de los 90s.
¿Por qué ahora no se pueden consultar los acuerdos tomados en esta reunión? Porque no le conviene a al menos una de las partes, es obvio y notorio. Su mismo silencio los delata. Por eso hubo solo un escueto comunicado conjunto que no detalla nada y dice que todo fue miel sobre hojuelas.
Toda unanimidad es sospechosa, pero increíble cuando se trata de negociaciones entre gobiernos muy pero muy asimétricos y con tantos reclamos mutuos. En los pocos meses de Sheinbaum la 4T ha cedido en muchas cosas que antes serían impensables para cualquier gobierno mexicano, pero eso lo esconden detrás de cortinas de humo tan burdas como una taza del café del bienestar.
