Ayer en su comparecencia frente a la Comisión de Seguridad de la Cámara de Diputados, la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, dijo que la política de seguridad del gobierno basada en la frase "abrazos, no balazos" ha dado resultados.
“Hemos dejado atrás las incursiones reactivas. Este Gobierno no afecta a la población civil. La política de 'abrazos no balazos' es sinónimo del uso de la inteligencia”.
Habló también del número de cuentas bancarias congeladas, de los detenidos por delincuencia organizada y de los que, entre ellos, son lo que llaman “objetivos criminales generadores de violencia”.
Dijo también que la estrategia de seguridad se ha consolidado y que no son promesas, sino “hechos”.
Presumió la eficiencia en la creación de la Guardia Nacional y su crecimiento, así como la infraestructura de la que le ha dotado y de las mesas de coordinación en todo el país. Habló, por supuesto, de la popularidad de la Guardia en todas las encuestas.
Fue un informe a tres años de iniciado este gobierno y la nueva estrategia en el mismo tono del que escucharemos hoy en el Zócalo, igual al que hemos escuchado desde diciembre del 2018.
Todo está bien. Vamos bien y mejor. Todo funciona como lo planeado y por lo tanto lo seguiremos haciendo de la misma manera.
Sabemos que los datos se pueden leer de muchas maneras y no hay duda que al menos en homicidios existe una contención del crecimiento que vimos en los últimos años del peñismo, pero las magnitudes siguen siendo escandalosas.
Conocemos todos los días de zonas del país en las que el gobierno de facto es alguna organización criminal, póngale el nombre que guste, y que, entre otras cosas, por eso el derecho de piso, es decir el impuesto privado a actividades cotidianas, es el delito más extendido en el país en los últimos años.
Escuchando a la secretaria me quedo con la idea de que se combate a un crimen del pasado y no al de hoy en día. Porque las organizaciones criminales son rápidas para cambiar de actividad y de estrategia mientras que el gobierno —éste y otro— se aferra a políticas públicas y maneras de enfrentarlos decididas desde un escritorio, anunciadas desde el púlpito y como en otras cosas, imposibles de modificar.
Y pienso que es por esto que, si no hay algunos cambios, los próximos tres años podríamos ver la seguridad seguir deteriorándose.
Carlos Puig
@puigcarlos