Si alguien me hubiera dicho, hace muy pocos años, que en la telenovela más vista de México se iba a hablar de personas trans, no lo hubiera creído.
¿Por qué? Mire, se lo voy a decir tal cual: porque las autoridades no lo hubieran permitido, porque los anunciantes hubieran huido despavoridos y, lo más tremendo de todo, porque los “ratings” se hubieran desplomado.
La gente hubiera rechazado esto tal y como ocurrió, en muchos momentos de la historia de la televisión, con otros grandes temas sociales.
Pero es cierto, lo trans es uno de los ejes dramáticos más poderosos y exitosos de “El amor no tiene receta” y hay que reconocerlo, y hay que celebrarlo.
No se vale que las audiencias se desvivan echándole flores a los melodramas seriados de otros países, que a todas luces son machistas, clasistas, racistas, homofóbicos y mil cosas peores, y que no aprecien esta revolución orgullosamente mexicana.
Muchas personas se quedaron en otros tiempos, en otro tipo de televisión, incluso en otro momento de Televisa.
Abran los ojos: esto ya cambió. Es impresionante lo diferente que es todo ahora. Y lo más bonito es que las autoridades, los anunciantes y las audiencias están apoyando.
Antes, cuando se hablaba de diversidad sexual, en general, en la industria de las telenovelas, se ridiculizaba a los miembros de la comunidad LGBT.
Siempre ha habido excepciones. Siempre. Pero la tendencia era mostrarlos como algo chistoso, como algo venenoso, como algo grotesco.
Su final tenía que ser trágico. Había que castigarlos. Y si no era con la muerte, era con la clandestinidad.
Hoy, en esta producción de Juan Osorio, tenemos a Nandy, una mujer trans digna, positiva y respetable que vive una historia de amor hermosa, llena de esperanza, de luz.
Y todo, absolutamente todo lo que usted, millones de personas y yo hemos visto en las noticias, o sabemos de nuestras amigas y amigos cercanos, está escrito ahí con maestría por Pablo Ferrer y Santiago Pineda.
Desde lo que viven las personas trans cuando quieren ir a un baño público hasta los trámites para el cambio de identidad en los documentos oficiales pasando por el acoso callejero, las expectativas de vida y el horror de las cárceles.
¡Cuándo íbamos a imaginar que el pueblo de México iba a suspirar, en horario familiar, con algo así en una telenovela de Las Estrellas!
Bueno, está pasando. Coco Máxima está cambiando la historia de la televisión no sólo con su magnífica actuación. Está abriendo su corazón. Nos está contando su historia. ¡Hasta nos está mostrando sus fotografías de infancia!
Me parece muy relevante lo que estamos viendo aquí que incluye la reacción de las nuevas masculinidades representadas por Kenzo (el personaje de Nicola Porcella) y que se suma a otros fenómenos mediáticos y sociales como los de Wendy Guevara y Alejandra Bogue.
Porque las telenovelas son mil veces más poderosas que los noticiarios. ¿Sabe usted lo que se está moviendo aquí a nivel percepción, a nivel evolución?
Obviamente todavía falta mucho por hacer, todavía falta mucho por cambiar, pero tener esto es un gran avance que implica el trabajo valiente y creativo de un equipo que se merece todo nuestro respeto.
Desde Eric Morales y “Bonny” Cartas, los directores, hasta los diseñadores de imagen y vestuario pasando por los escenógrafos, utileros, musicalizadores y postproductores porque Nandy es todo un universo que podría salvar vidas, que podría mejorar existencias y que le hace mucho bien al mundo. ¿O usted qué opina?
Luche con todas sus fuerzas por apreciar esto y por seguir viendo “El amor no tiene receta” en Las Estrellas (y VIX). Le va a gustar. De veras que sí.