Leo con no poca inquietud las acusaciones que vuelan de Lituania a Alemania contra el líder de Rammstein, Till Lindemann, por abuso sexual en el primer caso y por el mismo delito más otro que le imputan a él y su equipo consistente en un “casting” a chicas hermosas que acuden a sus conciertos para quedarse al after con la banda.
Eligen a las mujeres, las drogan con bebidas, las ponen a bailar y el numerito acaba en sexo, específicamente con el polémico cantante. Eso dicen las acusaciones en ambos lados. La respuesta del grupo dista de ser un categórico desmentido, pero de alguna forma niega. La fama antecede a Lindemann, afecto a pontificar “artísticamente” sobre los milagritos que ahora le cuelgan.
La primera actuación de esa banda en México, si mi memoria no me falla, fue como telonera de Kiss en el Foro Sol. Aquella tarde me colé, como en cada concierto de esas épocas, con la fuente acreditada gracias a los servicios de mi buen amigo Jorge Almazán. En una carpa a un costado atendían con hamburguesas y refrescos a la numerosa prensa y, eso sí lo recuerdo bien, todo mundo estaba entrándole al refrigerio mientras los alemanes se la rifaban en el escenario.
Casi al final de su turno, hubo un incidente del cantante con el público de primera fila, porque les arrojó cerveza o algo peor, pero no pasó a mayores. Después salió Kiss, que ya años antes había tocado en el Palacio de los Deportes, pero sin maquillaje y con Pantera como telonero. Porque los enmascarados no se andaban con cosas. Cuando apenas eran unos novatos, pero con la novedad de sus máscaras, ya tenían de abridores a bandotas como Judas Priest.
Judas Priest, Pantera y Rammstein tienen una trayectoria propia y no necesitan acompañarse de banda alguna para llenar escenarios. En aquella tocada del Palacio de los Deportes referida, los asistentes memoriosos no me dejarán mentir que por lo menos un tercio del domo se vació en cuanto cerró Pantera, porque iban especialmente a ver a esos amos del metal, no a Kiss.
De gira por Europa Rammstein, habrá que esperar el destino de las denuncias.
