Hidalgo, se ha visto, está lleno de sorpresas y aventuras, no solo se trata de destinos turísticos, sino de reales, verdaderas e inolvidables experiencias de vida
No es aventurado afirmar que cada rincón de Hidalgo tiene un atractivo particular. De hecho, hay sitios conocidos por algunos cuantos y reconocidos por quienes han tenido la fortuna de nacer y crecer en esta hermosa tierra.
La Peña del Aire, en Huasca de Ocampo, está en lo alto de un acantilado desde cuyo mirador hay una vista impresionante del bosque y sus caprichosas formaciones rocosas sobresaliendo entre la vegetación, ideal para los amantes del senderismo y el íntimo contacto con la naturaleza.
Las Grutas de Xoxafi, en Santiago de Anaya, son cavernas subterráneas con estalactitas y estalagmitas que forman un espectáculo geológico y un sitio de ensueño para quienes gustan de la espeleología. Siempre es recomendable contar con la guía de expertos locales para descubrir los secretos de este enigmático sitio.
En alguna otra entrega les hablé del Cerro del Tesoro en Tula, donde la leyenda cuenta que los toltecas ocultaron un tesoro antes de abandonar su tierra; propiamente el cerro no ha revelado ninguna riqueza material, pero para los exploradores es una invitación abvierta a descubrir sus senderos y recordar el esplendor de la civilización tolteca.
En Metztitlán está El Cañón del Paraíso, un lugar perfecto para el ecoturismo y la aventura rodeado de cactus gigantes y flora endémica que se adapta a su clima árido; su inmensidad, sumada al canto de las aves y el susurro del viento, representan una invitación a descubrir la diversidad y belleza de la naturaleza.
En Agua Blanca de Iturbide, la Reserva Ecológica El Zembo ofrece una experiencia inmersiva en un bosque de oyameles y pinos con caminos perfectos para el senderismo, hallar cascadas y arroyos cristalinos, miradores naturales y un paisaje que deleita, calma el espíritu y renueva la energía.
En el Cardonal está el Valle de los Enigmas, cuyas formaciones rocosas, vistas desde ciertos ángulos, parecen tomar formas de rostros, figuras de animales o símbolos antiguos. Hay quien cuenta que fue un sitio ceremonial para los pueblos indígenas y quienes lo visitan suelen describir una atmósfera de misticismo que invita a la introspección.
Las Cuevas de Apulco, en Molango, son un reto para los aventureros. Están rodeadas de vegetación y para llegar hay que usar senderos llenos de plantas exóticas y fauna endémica que solo se encuentran en esta región de la Sierra Alta. También aquí hay leyendas: se dice que en su interior se practicaban rituales y ceremonias indígenas.
El Puente Colgante de Omitlán representa una dosis de adrenalina ante la visión de barrancos y bosques extendidos más allá de la mirada. Luego de cruzarlo hay pequeñas cascadas y senderos escondidos en espera de ser recorridos y admirados.
También en Santiago de Anaya se encuentra el Santuario de los Hongos Gigantes, que sorprende a los aventureros con sus peculiares formaciones rocosas, semejantes a enormes hongos petrificados; también representa una invitación al senderismo entre caminos bajo las sombras de las piedras que parecen haber sido esculpidas.
Por supuesto, en cada sitio, pueblo y región del estado hay algún tipo de artesanía. Sería demasiado presuntuoso afirmar que la de un lugar es mejor que la de otro porque cada una tiene su propio encanto y magia característicos y muy particulares, sin olvidarnos por supuesto de la gastronomía y la cultura, aspectos en los que, valga la expresión, Hidalgo se pinta solo.
Es posible asegurarlo: cada uno de los sitios descritos tiene una personalidad única, un atractivo que no necesita grandes anuncios para llamar a quienes buscan nuevas experiencias y mejores recuerdos. Son lugares que alimentan el espíritu y representan oportunidades para los sentidos.
Hidalgo, se ha visto, está lleno de sorpresas y aventuras, no solo se trata de destinos turísticos, sino de reales, verdaderas e inolvidables experiencias de vida en los que la naturaleza, la historia y el misterio son protagonistas.
Así que la invitación está hecha, las puertas y el corazón hidalguenses están abiertos para descubrir y vivir nuevas, interesantes e inquietantes aventuras, como dice la canción “lejos del bullicio y de la falsa sociedad”…
