En 1933, la Embajada de México en España publicó Manuscritos sobre México en la Biblioteca Nacional de Madrid, a cargo del embajador Genaro Estrada, raro ejemplar que adquirí en una librería anticuaria de Sevilla, el cual conserva, insertada entre sus páginas, una tarjeta con la leyenda:
“Con los atentos saludos del Embajador de México”.
Inmediatamente antes de ser embajador en Madrid, don Genaro fue secretario de Relaciones Exteriores, y en esta cargo jefe de la diplomacia, en el gobierno de Pascual Ortiz Rubio, formuló la célebre doctrina que lleva su nombre, ampliamente invocada, pero mal comprendida como sinónimo de no intervención, cuando en realidad es algo más específico que eso: es el rechazo a la práctica del reconocimiento de gobiernos por parte de Estados Unidos en una América Latina políticamente inestable en la década de los treintas.
México --estableció don Genaro Estrada--, no reconoce ni desconoce a gobiernos, sólo mantiene o retira a sus embajadores sin opinar, subrayo sin opinar, sobre la legitimidad del nuevo gobierno extranjero, doctrina que los gobernantes mexicanos, incluido el actual, no respetan: celebran si tiene afinidades ideológicas como el de Pedro Castillo en Perú o desairan si son de signo distinto, aunque tenga origen democrático, como el de Joe Biden en Estados Unidos.
El ilustre sinaloense, jurista e historiador, realizó una fructífera diplomacia cultural en España cuando los actuales neófitos en la Secretaría de Relaciones Exteriores creen descubrir el hilo negro con lo que llaman “nueva política de cooperación cultural” y cuando acreditan en la embajada de México en Madrid a una agregada de la Memoria Histórica para hurgar en los mismos archivos que el destacado embajador ya había catalogado y publicado, hace menos de un siglo.
Don Genaro escribió en el prefacio del libro:
“Ya terminaba yo el fichero de manuscritos mexicanos en la Biblioteca Nacional, de Madrid, sacando cédulas de los cuatro gruesos infolios que se sirven al público en el salón principal del departamento de manuscritos, cuando tuve noticias de que el jefe de ese mismo departamento, D. Julián Paz, laborioso si los hay, terminaba a su vez lo que –disponiendo de muchos años y de muchísimos elementos que ha tenido a su guisa--, hacía inútil cualquier otro trabajo semejante: el Catálogo de Manuscritos de América existentes en la Biblioteca Nacional, el cual, según declara el propio autor, es sólo de carácter informativo. Y tan pronto como salió de las prensas de la Topografía de Archivos el primer ejemplar de este trabajo solicité y obtuve, con la mayor complacencia del Director de la Biblioteca, en nombre suyo y del patronato, así como también del propio autor, que me autorizaran a publicar íntegramente, en un número de estos Cuadernos, para conocimiento y uso de los estudiosos de la historia mexicana, todo cuanto el catálogo formado por el Sr. Paz se refiriese a México”.
“La Embajada de México en España facilita así, --indica Genaro Estrada--, a los que se interesan por la historia de aquel país, una investigación de documentos que se encuentran en la principal Biblioteca de España. Muchos manuscritos se refieren a trabajos ya muy conocidos de los estudiosos, publicados en una o en varias ocasiones, como la historia de las Indias, por el P. Las Casas, las obras de Gante y de Durán, las famosas relaciones de Cortés, el Códice del Gobernador, la crónica de Cervantes de Salazar y varios trabajos más; pero todavía se ofrece mucho material inédito, que sería muy útil ver publicado, anotado y comentado”.
Y parte de ese material inédito en la Biblioteca Nacional, en Madrid, que menciona Genaro Estrada sigue pendiente de salir a la luz, la cual podría contribuir a comprender mejor nuestra historia ligada a la de España, con ponderación y sin resentimiento.
Agustín Gutiérrez Canet
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